REDACCIÓN.- Las máscaras hiperrealistas se han convertido en un fenómeno viral, gracias a su capacidad para replicar con asombrosa fidelidad los rasgos faciales de personas reales.
Estos accesorios, combinados con abrigos con capucha, pueden hacer que el portador se asemeje inquietantemente a otra persona, planteando una pregunta clave: ¿son una innovación divertida para disfraces o un potencial peligro para el anonimato y la seguridad?
Estas máscaras, presentadas en plataformas como TikTok y X (antes Twitter), han fascinado a millones de usuarios por su impresionante realismo. En videos virales, los creadores muestran cómo estos productos replican hasta los mínimos detalles de la piel, como arrugas, textura y tonos. Usarlas junto a ropa común, como abrigos con capucha, puede hacer que alguien pase desapercibido como otra persona en un entorno público.
“Es como llevar un disfraz del futuro,” comentan algunos entusiastas, quienes ven en estas máscaras una oportunidad para elevar la creatividad en eventos temáticos, producciones audiovisuales o incluso bromas.
Sin embargo, el realismo extremo ha despertado preocupaciones. Expertos y usuarios en redes sociales señalan que estas máscaras podrían ser mal utilizadas para cometer fraudes, engaños o incluso delitos, ya que dificultan la identificación visual.
“Estas máscaras podrían ser herramientas perfectas para el anonimato malintencionado,” advierte un experto en ciberseguridad. “En manos equivocadas, podrían facilitar suplantaciones de identidad o actos ilegales.”
Además, se ha planteado la posibilidad de que sean empleadas en actividades más cotidianas, como evadir cámaras de vigilancia o desorientar a personas en espacios públicos.
La viralidad de estos productos ha abierto un debate sobre la regulación de su comercialización y uso. Mientras algunos defienden que son meros accesorios para el entretenimiento, otros piden mayor supervisión para prevenir abusos.
Empresas fabricantes han aclarado que las máscaras están diseñadas exclusivamente para fines recreativos o artísticos, y no apoyan su uso con intenciones ilícitas. Sin embargo, esto no disipa las inquietudes sobre el impacto de su disponibilidad en el mercado.
Las redes sociales han estallado con comentarios mixtos:
La polémica en torno a las máscaras hiperrealistas es un recordatorio de cómo las tecnologías en apariencia inofensivas pueden generar dilemas éticos y sociales. Mientras tanto, el público parece dividido: algunos ven en ellas una nueva forma de expresión creativa, mientras otros temen que su hiperrealismo las convierta en una herramienta para el engaño y el crimen.
¿Qué opinas tú? ¿Arte moderno o un motivo de preocupación?
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email