Moscú. – Rusia expulsó el pasado año a más de 80,000 inmigrantes ilegales, casi el doble que en 2023, según informaron este miércoles las autoridades locales.
Entre los deportados por decisión judicial figuran tanto ciudadanos extranjeros como apátridas, precisaron fuentes del Servicio Federal de Alguaciles a la agencia TASS.
De ellos, 23.000 fueron expulsados de Moscú o de la región adyacente, que atrae a la mayoría de inmigrantes laborales, ya que concentra el grueso de la industria nacional.
El motivo de su expulsión fue la violación de las reglas migratorias, es decir, por estancia ilegal en este país, por lo que no podrán regresar a Rusia durante los próximos cinco años.
La tendencia es claramente al alza, ya que Rusia deportó a 44,200 personas en 2023 y a 26.600 en 2022, año en que comenzó la guerra en Ucrania.
Rusia había endurecido en los últimos años las penas por violación de las leyes migratorias, lo que redujo notablemente la llegada de trabajadores, especialmente de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central.
No obstante, el atentado yihadista en marzo de 2024 contra la sala de conciertos Crocus City Hall cerca de Moscú, donde murieron 145 personas a manos de cuatro terroristas tayikos, exacerbó aún más la creciente animadversión hacia los inmigrantes.
El presidente ruso, Vladímir Putin, considera prioritario contener el flujo de inmigrantes ilegales, para lo que propuso cambiar «radicalmente» la actual política migratoria y defendió «el principio de que solo pueden venir a vivir y trabajar en Rusia aquellos que respeten las tradiciones, el idioma, la cultura y la historia» del país.
Al mismo tiempo, el Kremlin ha recurrido a los inmigrantes extranjeros para la firma de contratos militares con el fin de combatir en Ucrania a cambio de la obtención de la ciudadanía.
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