El pasado domingo 17 de febrero, falleció Don Luis Paulino Mora Mora, el sexagésimo primer Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica, función que ejerció desde el 12 de julio de 1999 hasta el día de su muerte.
Conocí a Don Luis Paulino a través del Ex-Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana, el Dr. Jorge A. Subero Isa, a quien aprovecho para agradecer tan valiosa introducción. Para mí fue un verdadero privilegio haber gozado de la oportunidad de compartir y aprender tanto de uno de los grandes hombres de la justicia latinoamericana como lo fue Paulino Mora, quien me distinguió con su amistad y sus afectos.
Fue una persona íntegra y responsable, y un luchador profundamente comprometido con la justicia. Durante sus años de ejercicio, Don Luis Paulino honró al poder Judicial de Costa Rica.
De Don Luis Paulino siempre me quedará la grata impresión de su sencillez personal y admiración por la profundidad de sus planteamientos y su capacidad de construir e innovar con entusiasmo y pasión. Como buen guerrero de la justicia, no cedía los espacios conquistados los cuales defendía armado de su voz grave.
Vivió convencido de la necesidad del fortalecimiento institucional del poder judicial como garantía de los derechos de las personas.
Para Don Luis Paulino, quien no temía definirse como un político, la lucha por las metas de la justicia era una tarea todos los días, no desperdiciaba escenarios y hacía que el ejercicio político fuera realmente enriquecedor. Con su deceso, la Justicia ha perdido un inmenso magistrado, un pilar del poder judicial costarricense y de la Cumbre Judicial Iberoamericana, de cuya historia formará siempre parte inescindible.
Una vez lo escuché cantar rancheras en La Fortaleza, la residencia del gobernador de Puerto Rico. En ese mismo viaje, le pregunté como podía manejarse en un tribunal colegiado con opiniones y egos diversos, donde él era primus inter pares; me respondió de la siguiente manera: “Prefiero ir al despacho de un compañero juez, así lo conozco en su espacio ordenado o desordenado y, en una actitud muy horizontal, conversamos de igual a igual. Entonces trato de entender sus planteamientos y me doy el tiempo para reflexionar, para luego practicar lo que más me ayudado en mi vida política: aquello de que ‘es mejor convencer que vencer’”. Descanse en Paz, Don Luis Paulino.
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