En su edición del domingo, el Listín Diario trajo una extensa entrevista al presidente de Uruguay, José-Pepe-Mujica, de 78 años, por el señor Danilo Arbilla, que muestra la superioridad de este antiguo líder tupamaro sobre la generalidad del lastimoso liderazgo latinoamericano.
En la entrevista, realizada en un típico bar del barrio obrero de Montevideo elegido por Mujica y a donde llegó manejando y sin escolta, al referirse a la aceptación que tuvo su discurso en la reciente Cumbre de Río, el presidente dijo:
“..dije que ser feliz es fácil y en eso estoy absolutamente en minoría porque la sociedad va por otro lado. Pero yo sí creo que uno es feliz con poco. Y no es una apología de la pobreza lo que hago sino de la sobriedad, de la austeridad. Yo apuesto a renunciar a cosas para tener más tiempo. Tiempo para vivir, para ser feliz. Porque en una de esas a usted le gusta pescar, o le gusta escuchar música, o jugar al truco, o estar con los amigos y para eso se necesita tiempo. Como se necesita tiempo para el amor. Ahora, si usted va a vivir para trabajar y para consumir y pagar cuentas, es una condena de vida. Hace rato que pienso así, porque para mí los años que pasé en el calabozo, y logré sobrevivir, me son intransferibles. Después de eso con poca cosa soy un hombre rico. Pobre del que quiere mucho”.
Otros aspectos fascinantes de la entrevista muestran la calidad moral del estadista uruguayo, cuando refiere, por ejemplo, su viaje a la URSS en época de Kruschev, donde lo llevaron a un hotel de lujo y él se preguntó “ ¿y esto qué tiene que ver con la revolución del proletariado? Y dónde no le gustó como vivía la gente “y ahí pude saber otras muchas cosas por lo que me decían los trabajadores con el lenguaje de los ojos, que es universal, y lo que supe no era lo que yo soñaba”.
Al lado suyo, qué pequeño es el liderazgo nacional y qué pobre. ¿Cuánto no daría por un estrechón de manos!
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