Por Miguel A. Matos
En estos últimos años hemos tenido que soportar una clase de “padres de familia” que su único rol, como tales, es violar las leyes y las disposiciones municipales y crear malestar a los ciudadanos que desean vivir en paz. Ignoran que un verdadero padre de familia se respeta a si mismo y enseña a sus hijos a respetar a los demás.
Esta clase que surge en distintos lugares y se extiende como la verdolaga, crea intranquilidad en distintas áreas de Santo Domingo y en otros puntos del país al actuar al margen de las leyes y las ordenanzas municipales.
Estos señores apelan a la consigna de trabajar en lo que sea porque somos “padres de familia”, argumentando que por esa condición pueden hacer los que les viene en gana.
Vemos estos “padres de familia” invadiendo las áreas verdes, terrenos del Estado y privados, las avenidas y calles de la parte alta de la ciudad, así como en los sectores de Herrera, de Villa Juana, de Villa Francisca, de Villa Duarte, del ensanche Ozama, Los Prados, los alrededores de hospitales y universidades, puentes peatonales. Es decir, no respetan a las autoridades.
Como ejemplo, también tenemos los casos de las avenidas Duarte y Mella, invadidas por buhoneros que ocupan las aceras, obstaculizando el paso de los peatones que se desplazan por esas vías, compitiendo con los comercios formales, que protestan por esa situación.
Es una aventura cruzar la Duarte con París, una zona prácticamente arrabalizada por la proliferación de buhoneros que se han adueñado del lugar, y cuando tratan de desalojarlos dicen que son “padres de familia”, y alegan que pagan impuestos al Ayuntamiento. Lo mismo ocurre en la denominada “esquina caliente” del sector de Herrera.
Pero los “padres de familia” más famosos son los choferes del transporte urbano que aumentan las tarifas a los pasajeros antojadizamente, y lo más grave del caso es que sus dirigentes se oponen a la modernización del sistema de transporte. Para los dirigentes de los sindicatos de transportistas el moderno metro de Santo Domingo, constituye una especie de maldición que conspira con su estatus económico.
El pasado 6 de abril los empresarios y dirigentes del transporte de pasajeros advirtieron al Gobierno que harán “lo que sea” para no permitir que el Metro de Santo Domingo quiebre a miles de choferes que han trabajado y agotado su juventud brindando servicio a la ciudadanía en carros y guaguas.
Estos farsantes, que se contradicen, alegan que el Metro es un sistema moderno que ha venido a llenar una necesidad en la población, “pero no se puede dejar sin el pan de sus hijos a miles de “padres de familias” que viven del trasportes de pasajeros”.
El sistema de concho, compuesto, en su mayoría por carros, y guaguas destartaladas es operado por “padres de familia” que viven todos los días violando la ley de tránsito, no respetando los semáforos, a los ocupantes de los vehículos y poniendo en peligro la vida de pasajeros y peatones. Los sindicatos deberían proveerles de vehículos nuevos a sus afiliados, pero no lo hacen. Cuentan con grandes recursos, pero los choferes no se benefician en nada.
No creemos que el actual Gobierno del Presidente Danilo Medina de su brazo torcer, dejándose chantajear ante la amenaza de los dirigentes trasnsportistas como suelen hacer desde hace más de 30 años, y no es un secreto, que éstos se han enriquecido con el desordenado transporte público que constituye un dolor de cabeza para los obligados usuarios de ese medio. No confundan a los verdaderos padres de familia, que no apelan al desorden ni a la violación de leyes para proveer de sostén a los suyos.
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