La columna de Miguel Guerrero
Si debido al alza del petróleo y sus derivados el gobierno quisiera realmente promover el ahorro de combustible, debe comenzar dando un ejemplo grande, que conmueva a la sociedad dominicana y no deje otro camino que imitar el gesto aún por aquellos que tienden siempre a mirar con sospecha las acciones oficiales.
He sugerido una subasta de todas las yipetas y vehículos de lujo y alto consumo en poder de los secretarios de Estado y otros funcionarios públicos.
Con parte del dinero recaudado, podrían comprarse vehículos más modestos y ahorrar el sobrante. Aquel que entienda que un auto pequeño no se corresponde con la dignidad de sus funciones, entonces que use el suyo y comparta con el gobierno el gasto del combustible.
En los viajes al interior del presidente en los que se hace necesario el traslado de funcionarios, los secretarios y directores generales obligados por protocolo a acompañarlo, lo hagan en un autobús. Si los de OMSA no están en buenas condiciones, podría alquilarse una cómoda “guagua” privada, de esas que se usan para transportar turistas o dignatarios extranjeros.
Por más persuasiva que sea una campaña de ahorro, poca gente se sentirá motivada, si observa que se ignora en el propio gobierno. Los mandatarios tienen en situaciones de estrechez y escasez una gran oportunidad de demostrar su intención de propiciar recortes en el gasto público y mejorar la calidad de ese gasto. La situación actual definida en todos los ámbitos como difícil, no deja alternativas.
En nada ayuda a la credibilidad de la actual gestión el hecho de que mientras se promueve el ahorro de energía eléctrica y combustible, muchos funcionarios, no todos aclaro, continúan paseándose en vehículos de lujo, y concurriendo a restaurantes bajo cualquier pretexto de trabajo, haciendo caso omiso a tan sensata recomendación.
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