Alguna instancia planeó que se registrara una masacre en la conmemoración del 48 aniversario de la Guerra de Abril, sirviendo la carambola de asesinar policías para que éstos a su vez repelieran indiscriminadamente acribillando a civiles inocentes.
El billete se les peló porque la víctima de la macabra acción fue un coronel de la policía tan aferrado al empleo del diálogo como instrumento de disuasión, que aún tirado en el pavimento desangrándose con un disparo moral en la cara, se negó a que las tropas que comandaba respondieran la agresión con disparos a ciegas, que pudieron haber impactado sobre estudiantes que no sabían que se les había convidado para producir asesinatos, mientras que los que habrían ocasionado el trágico desenlace se resguardaban felices en sus guaridas.
¿Qué habría pasado si como respuesta al vil asesinato del coronel Julián Suárez Cordero, la Policía hubiese producido disparos que ocasionaran la muerte de uno o varios estudiantes universitarios?
El caso principal, el asesinato del coronel, se habría relegado y el enfoque de opinión estuviera más inclinado a censurar la barbarie policial, pero no fue así y una realidad ha quedado desnuda: el fuero universitario es un albergue que emplea el crimen no solo para perturbar el orden público sino para impulsar la desestabilización del país.
La Universidad Autónoma de Santo Domingo sabe todo el daño que esa acción le ha infligido y trata de revertirlo curándose en salud con la proscripción del grupo estudiantil al que pertenecen los implicados en el crimen, acción que la demagogia, la irresponsabilidad y el populismo interno revierten desde que se produzca algún proceso interno en los que se buscan apoyos sin condicionamientos éticos.
Hubo críticas a la Policía porque llevó a interrogatorio a los padres del principal sospechoso del asesinato, cosa que es de rigor, pero dije y repito que la que quisiera estar siendo interrogada y no llorando la pérdida irreparable de un hijo es la madre del coronel, así cambiaría gustoso de rol el padre, la esposa, los hijos, hermanos, sobrinos y nietos, ningunos escogerían el lado del duelo.
El gobierno encabezado por el presidente Danilo Medina no debe ver con indiferencia esos hechos, no se trata de un incidente más de los que se producen en la UASD, la decisión de provocar a la Policía para echarle encima la muerte de personas ajenas a las conspiraciones, se produce en el montaje simultáneo de protestas en las ciudades de Mao, San Francisco de Macorís, Monseñor Nouel y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, es decir que todo parte de un estructura de planificación central.
¿Cuál es el interés de manchar de sangre para impopularizar la gestión del presidente Medina, que no está confrontando a ningún sector político ni está gobernando con planes de permanecer en el poder?
Preguntas racionales a elementos de una izquierda en rezago y sin incidencia más allá de los desórdenes universitarios y del caos en algunos municipios en contubernio con el pandillerismo, puede ser pérdida de tiempo, pero cuidado si detrás de unos individuos que esperan hacer un revolución que hace tiempo quedó obsoleta, se anidan otros sectores.
La alerta no está de más porque hay quienes pregonan que la única forma de revertir la centralización de poderes consolidada por el Partido de la Liberación Dominicana, estaría en promover un clima de ingobernabilidad que obligara a un pacto para recomponer algunas entidades. La jugada apenas inicia.
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