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Educación y bolsillo

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Vía Contraria

Una reflexión de los industriales de Herrera, sobre la necesidad de mejorar los servicios públicos para aumentar los ingresos reales y el poder adquisitivo de los asalariados, me condujo en el fin de semana por un intricando camino que siempre había evitado: calcular el costo que hasta ahora ha implicado la educación de mis tres hijos.

La decisión de evadir esa realidad venía dada por dos hechos fundamentales que eran evitar el pánico paralizante y caer en cuenta de que todavía es empinado y pedregoso el camino por recorrer. En ese sentido, era preferible seguir la senda con los ojos vendados, pues mis descendientes están entre la adolescencia y la pre-adolescencia.

Sin claudicación, mi sociedad matrimonial se planteó –desde su inauguración en 1996- la meta de ofrecer a los niños la mejor educación posible en la medida en que lo permitieran las condiciones económicas. Así ha sido. Postergamos por consenso y resignados –pero con la viva esperanza de formar ciudadanos productivos- muchas necesidades, anhelos, sueños y disfrutes materiales.

La friolera de poco más de RD$6.0 millones –calculada en forma conservadora- ha sido la inversión sólo en matriculación. Si le imputásemos las apropiaciones presupuestarias para las actividades formativas y complementarias fuera de la escuela, no hay dudas que la cifra montaría los RD$8.0 millones y, probablemente, nos quedamos cortos.

Desde la óptica de la gente acaudalada, el dinero aludido es una caja chica, pero en el caso de mi sociedad matrimonial –integrada por un ente clase media baja rural y otro clase media urbana- estamos hablando de una fortuna, que para levantarla en buena lid, sin falencias éticas ni colusiones legales, ha implicado altos niveles de sacrificio.

El punto es que si hubiésemos tenido una educación pública de calidad –incorporando actividades extras como deportes, música y artes provistos por el Estado- quizás yo tuviera en marcha un emprendimiento generador de empleos con efectos multiplicadores y distributivos en la riqueza nacional. Es increíble cómo la falta de un servicio público bloquea el desarrollo.

Víctor Bautista

Twitter: @viktorbautista/ e-mail: [email protected]

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