Los problemas políticos, económicos y sociales por el que atraviesa nuestro país nos preocupan enormemente y afecta el espíritu de nuestra mente al no ver una solución inmediata a los mismos, pese a los Gobiernos que últimamente hemos tenido y sus promesas, muchas de las cuales apenas se cumplen a medias y otras no.
Y nos preguntamos: ¿Cuándo podríamos disfrutar de una paz integral que incluya lo material y, por ende, lo espiritual y mental? Aunque muchos no lo crean pero solo Dios puede hacer un milagro para que nuestro país sea liberado de toda esa lacra que, que todos conocemos, nos afecta y nos hemos adaptado, pese a una en aparente indolencia.
La inseguridad ciudadana, el temor de salir a la calle de noche a riesgo de un atraco o un homicidio, la corrupción, la impunidad, está socavando y crispando la mente de nuestros habitantes a todos los niveles sociales. Son infructuosos los esfuerzos de las autoridades para reprimir la delincuencia que nos azota a nivel nacional. Los anti-depresivos han encontrado un idóneo e inigualable mercado en el país.
Nuestra mente ante todas las cosas que ocurren aquí, al no ver una solución política, se resquebraja y debilita, lo único que nos puede salvar, de manera individual, es si se produce en nosotros, individualmente, una renovación espiritual y solo eso se logra con la intervención divina, es decir, de una manera sobrenatural. Al respecto, la Biblia nos da los siguientes consejos: Efesios 4:22-23, “Despojaos del viejo hombre y renovaos en el espíritu de la mente”.
¿Y cómo hacerlo? La solución no es algo de simple política, sino espiritual, solo si aceptamos a Dios y reconocemos su señorío, seremos nacidos de nuevo, como dice en Juan 3:7. Y así tenemos una mente renovada y un corazón conforme a nuestra mente. Tenemos que hacer la voluntad de Dios vivir en sus caminos y guardar sus mandamientos. Así podremos volver a nacer de nuevo.
Antes de nacer de nuevo, nuestra mente está presa por el sistema, llena de pecados y malas intenciones, lo que hace rebosar nuestro corazón de malos sentimientos al contemplar todo lo que ocurre en nuestro entorno, contaminando así nuestra mente.
Tenemos que poseer una mente sana para también tener un corazón sano. Como ejemplo bíblico ponemos a Génesis 3:16, que narra el hecho de que Eva siempre ponía en primer lugar a Dios. Pero cuando la serpiente le habló le hizo cambiar el pensamiento. Le contaminó la mente y cuando una mente es contaminada la transmite al corazón y la induce a hacer una acción no adecuada con una consecuencia desastrosa.
La acción de Eva fue dejarse engañar por el diablo ante la falsa promesa de que tanto ella como Adam serían como dioses, conociendo el bien y el mal, y que no morirían si desobedecían la orden de Dios de no comer del fruto del árbol prohibido.
Por eso hemos de alejarnos de esas personas, como en el caso de algunos políticos, entre otros, que nos intentan contaminar con sus palabras y malos consejos. Salmos 1:1 – bienaventurado el varón que no anduvo en consejos de malos. Como ya he dicho antes, cuando una mente es contaminada esos pensamientos pasan a ser malos sentimientos en el corazón y cuando el corazón está lleno de estos no tiene por más que declarar derrota. Por eso muchas personas buenas, que luchan por ver un cambio y no logran nada, se sienten frustradas y amargadas.
Pero si nos renovamos en el espíritu de la mente, con la ayuda de Dios, y hacemos su voluntad y guardamos su palabra, nuestra mente y el corazón estarán alineados con el espíritu y no tendremos por más que confesar victoria, victoria, victoria, no importando la situación que estemos acostumbrados a ver y vivir. Es algo increíble, pero es así, Dios obra de manera sobrenatural.
El apóstol Pablo en Romanos 10:17, dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Romanos 12:2, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Así que evitar malos consejos y malas compañías y estar en todo momento firmes en la roca que es nuestro Señor Jesús, producirá en el espíritu de nuestra mente una transformación y sanidad radical.
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