Está llegando la hora de revisar el Concordato. Es en éste antiguo acuerdo que se fundamenta la Iglesia Católica para deslegitimar los derechos humanos. Para objetar el derecho de los niños, las niñas y toda la población a recibir educación sexual y reproductiva; una herramienta para salvar vidas.
Es en el Concordato que se sustenta la Iglesia Católica para intentar bloquear las campañas de educación sexual científica que podrían reducir las miles de vidas truncadas por embarazos en niñas y adolescentes, una realidad tan evidente como la sal del mar.
Es en el Concordato que se apoya la Iglesia Católica para que el Estado dominicano a través de las farmacias del pueblo, PROMESE CAL, no ofrezca anticonceptivos ni preservativos, una estrategia basada en la evidencia para reducir las muertes por SIDA y muertes maternas.
El Concordato es un acuerdo entre el Vaticano y el dictador Trujillo Molina, quien tuvo excelentes relaciones con el alto clero de la Iglesia Católica. Un documento contrario a la Constitución por ser violatorio al derecho a la igualdad. Otorga en su Artículo III a la Iglesia Católica el carácter de sociedad perfecta. ¡Inverosímil!
Olvidan que el papa Benedicto XVI pidió perdón por los escándalos de abusos sexuales a menores, por la gran cantidad de denuncias por pederastia.
En el país, sencillamente triste y oprimido, representantes de la Iglesia Católica fueron acusados de violar sexualmente a nueve menores en el Hogar “La Ciudad de los Niños, San Francisco Javier”, de San Rafael del Yuma, Higüey, en el 2005.
El Concordato nos compromete en su artículo XXII a que la enseñanza suministrada por el Estado en las escuelas públicas esté orientada por los principios de la doctrina y de la moral católica.
En un país democrático, el Estado debe velar por una educación crítica no sustentada en una moral o doctrina determinadas.
El Concordado es un acuerdo jurídico- económico cargado de inequidades. El Estado se compromete a construir las iglesias y los edificios adecuados del obispo, además asegura a la Arquidiócesis de Santo Domingo y a cada Diócesis una subvención mensual para los gastos de administración y para las iglesias pobres. Sin olvidar que los eclesiásticos están exentos de cualquier impuesto o contribución en razón del ejercicio de su ministerio espiritual, entre otros privilegios. Un contrato digno de ser revisado.
Invito a leer el Concordato. Debe ser conocido por la población dominicana, católicos, de las otras religiones y ateos. ¡Conoce, actúa, exige!
El Concordato dominicano es sencillamente un concordato de los años 50’, divorciado de nuestra realidad y de los derechos humanos.
Dra. Lilliam Fondeur
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email