Rincón Familiar
En la semana recién finalizada el Estado dominicano anunció el resultado de la renegociación con una empresa multinacional de un país poderoso, con vínculos e intereses también poderosos en el país a nivel empresarial, familiar y político.
Quiero tomar esta situación vivida por todos los dominicanos para resaltar las estrategias que se utilizaron en el proceso y cómo podemos aplicarlo a la familia que es un contexto donde necesariamente tenemos que aprender a negociar intentando que todos y todas ganemos para evitar el sufrimiento de los más queridos.
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Tomando en cuenta que la vida familiar pasa por etapas definidas por las edades de los hijos, las renegociaciones son sanas y necesarias, sobre todo cuando se van haciendo adolescentes, jóvenes y adultos. No me ocupare del resultado en cantidad sino del proceso en calidad que es siempre lo más importante.
Lo primero es el contexto. El presidente de la República escogió una fecha patriótica y con todos los involucrados presentes en una actividad donde son convocados los dominicanos y dominicanas a través de todos los medios de comunicación. A veces tanto los padres como los hijos quieren conseguir cosas, negociar reglas o cambiar pautas y no escogen el lugar, momento y público apropiados. Involucran a terceros, hablan por las espaldas o con indirectas. A veces aprovechan una celebración o momento de alegría y halan por los pelos un intento de negociación que no termina en nada o empeora las cosas.
La recomendación es hacerlo sólo con los involucrados, diciendo claramente lo que pensamos, en un lenguaje directo y de manera firme, pero no agresiva.
Lo segundo es la narrativa. El presidente de la República apeló a la conciencia nacional, el amor a la patria y la soberanía del pueblo dominicano. A veces tanto los padres como los hijos movidos por el miedo y la inseguridad hablan desde su YO, sus capacidades, su jerarquía. No se dan cuenta que el mejor lenguaje es el del amor que habla de lo que somos, no de lo que tenemos. Ese lenguaje que valida a la persona no que la crítica y la juzga.
Lo tercero es el silencio en el momento adecuado. El presidente de la República planteó la necesidad de la renegociación y luego el no habló más de eso, se lo entregó al pueblo quien se encargó de hablarlo cada día y desde los distintos sectores. A veces los padres y madres hablan demasiado y su propio discurso los descalifica. Si necesitan hacer una renegociación con sus hijos, plantéelo una vez, proponga que lo piensen y espere con paciencia el momento adecuado. No tiene que preguntar cada día que ha pensado o decidido, esto cuestiona su posición jerárquica como padre y madre. Una buena técnica en la familia y la vida es hablar menos y actuar más.
Los dominicanos fuimos sorprendidos con una delegación del país poderoso que vino a llegar a un acuerdo. El grande se mueve hasta donde el pequeño que tiene algo valioso para el grande y eso lo hizo movilizarse.
Es ahí donde a veces nos perdemos en la familia y a nivel personal, no nos damos cuenta del valor que tenemos. No planteamos lo que pensamos porque no valoramos lo que pensamos y sentimos y entramos en miedo con la idea absurda de que no lograremos nada.
Esto no tiene que ver con “el grande” sino con “el pequeño” que se ve más pequeño de lo que realmente es y no ve lo que el grande si ve.
A veces, por ejemplo, queremos unas mejores condiciones de trabajo y por miedo no nos atrevemos ni siquiera a plantearlo alegando y criticando “al jefe” sin darnos cuenta que esto es sólo una excusa que oculta nuestra baja estima y pobre confianza en nosotros mismos.
Creo que la forma de la renegociación del contrato con la Barrick es un buen modelo para desde una postura de alta estima como pueblo, conseguir lo que queremos y como padre de todos los dominicanos el Estado nos da un legado que ahora tenemos que integrarlo a nuestras familias. ¡Manos a la obra!
Twitter: @solangealvara@