Los agentes asignados como custodios a los presos que son llevados a juicio no pueden actuar como fieras en una jungla en la que sólo se reconoce el salvajismo como modus vivendi.
Tienen que comportarse con celo y firmeza para cumplir con sus responsabilidades, pero deben estar debidamente entrenados para manejar situaciones, además de evitar agredir y cometes excesos.
Un troglodita que ignora olímpicamente esas pautas de equilibrio y que, por tanto, contradice la buena imagen que tiene que observar un custodio, golpeó repetidamente a Rafael Silverio, un reportero gráfico de SIN que cubría las incidencias del final de un sonado juicio de fondo en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva.
La agresión fue tan brutal y gratuita, ya que Silverio simplemente tomaba imágenes para Noticias SIN, que han tenido que colocarle un cuello ortopédico, mientras se hacen otros chequeos por posibles lesiones adicionales.
Portando un arma larga, este salvaje se abalanzó sobre un joven que no pudo en el momento defenderse del inesperado ataque, que se repitió cuando Silverio cayó al suelo.
SIN exige a las autoridades que el autor de este atropello sea identificado y que el Ministerio Público proceda a su rápida detención para que responde ante los tribunales por la grave falta cometida.
Además de atacar a un reportero que cumplía con su labor periodística, este desalmado cometió un atentado contra la libertad de información, al obstruir una cobertura noticiosa de un medio independiente.
Este incalificable hecho no puede quedar impune o limitado a una simple amonestación que no está en consonancia con la gravedad de lo ocurrido.
Para que la autoridad inspire confianza y reconocimiento no puede permitir que sus agentes violen la libertad de prensa garantizada por la Constitución y las leyes, porque de lo contrario se atenta contra el estado de derecho y la democracia plena.
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