SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Tres muertos, tres atracos en menos de 24 horas. Tal parece que no ha valido el patrullaje con militares con armas largas, el plan vivir tranquilo con sus 1,200 policías y los esfuerzos que hacen las autoridades por ponerle freno a la delincuencia que enluta a familias día a día.
La semana pasada pasamos balance a las labores de esta gestión con respecto a la seguridad ciudadana. Y aunque las cifras de muertes y asaltos violentos entre marzo y julio de este año, en comparación con el mismo periodo del año pasado, han disminuido, según la Policía, la realidad indica algo diferente.
[jwplayer mediaid=»218638″]
Independientemente de lo que se pueda sostener con cifras y estadísticas, siempre discutibles por ser susceptibles a arreglos y también a diferentes lecturas e interpretaciones, en cuanto a la violencia delictiva lo que cuenta es la percepción de la gente.
Es difícil que los ciudadanos puedan ver o apreciar estas pretendidas disminuciones del crimen, cuando está permanentemente expuesta al conocimiento de una secuencia interminable de asaltos, asesinatos y hechos criminales.
Y que no se venga con el ya conocido e insostenible argumento de que todo esto de la percepción se debe exclusivamente a lo que se ha dado en llamar una influencia mediática, por la forma en que se difunden las informaciones sobre la violencia.
Los hechos han demostrado que estamos en presencia de un desafío a la autoridad y al derecho de la población a una vida segura.
Este sentimiento de inseguridad generalizada es uno de los elementos más perturbadores en la vida cotidiana y atenta contra el derecho de las familias a gozar de protección colectiva.