SANTO DOMINGO, República Dominicana.– A medida que se profundiza el debate en torno a la controvertida sentencia del Tribunal Constitucional en materia de derecho a la nacionalidad dominicana, se advierte la magnitud de la complicada situación que ha surgido pero, afortunadamente, comienzan a barajarse propuestas en busca de una salida que resulte equilibrada.
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Una de las fórmulas a considerar en este problema humano, para citar las palabras del propio presidente Medina es la Amnistía para las miles de personas de ascendencia haitiana que pudieran verse afectadas por la decisión.
Hablamos de una amnistía regulada, bien concebida, con fechas exactas y parámetros claros, que daría la oportunidad a una solución salomónica y justa.
Menciono la palabra justa porque solo hay que escuchar las narraciones de los que nacieron en este país hace décadas, sólo conocen esta tierra y se consideran dominicanos a pesar de que sus padres son haitianos.
Este mismo drama lo han vivido en carne propia miles de dominicanos que viven ilegalmente en otros países, cuyos hijos también han nacido en tierras lejanas y que en diversas naciones se han beneficiado de la regularización de sus estatus migratorios o amnistías que han permitido, como en Estados Unidos, que se conviertan en entes legales.
Con la misma vara que manejemos este drama aquí en nuestro país, nos medirán a los dominicanos en tierras lejanas.
Con buena voluntad, sentido solidario y sensibilidad humana se puede buscar una salida que, sin vulnerar el interés nacional y nuestro ordenamiento jurídico, ponga término al angustiante drama de quienes se sienten sin patria y sin identidad legal.