Una anédocta de 1980. En noviembre de ese año Juan Bosch viaja por primera vez a los Estados Unidos, ciudad de Nueva York, luego de la intervención militar norteamericana de 1965 en Santo Domingo.
Le acompañé junto a Doña Carmen. Estuvimos en las Naciones Unidas, adonde Juan Bosch fue invitado por el Consejo Mundial de la Paz.
Para organizar su recibimiento con la Seccional del Partido en Nueva York viajó primero el compañero Leonel Fernández.
«Me recibieron como un Jefe de Estado» en el Aeropuerto John F. Kennedy, había de repetir el líder histórico peledeísta.
Estuvo eufórico y alegre durante la semana que pasamos en la Gran Manzana. Allá tuvimos tiempo para visitar la tienda donde le consiguió algunos trajes el amigo Jerez, en el Rockfeller Center, y de compartir con el viejo Aybar, firmante de la patente que permitía al PLD operar legalmente en los Estados Unidos de América.
Al regreso, antes de que el avión de American Airlines despegara del aeropuerto John F. Kennedy, se presentó un incidente con la nave moviéndose en la pista.
Don Juan tenía sobre sus piernas un maletín con unos dólares recaudados por el Partido en Nueva York.
»Usted tiene que poner ese maletín en el compartimiento de arriba de su cabeza», le dice la azafata a Don Juan.
Él se hace quien no la escucha. Ella le repite la instrucción y le pide que le entregue el maletín para ponerlo en el sitio indicado.
Juan Bosch dice que no, que lo mantendrá sobre sus piernas.
La azafata insiste. Don Juan dice otra vez que no.
Ella se molesta, se irrita y le llama la atención a Don Juan.
Él dice que no soltará su maletín.
Intervengo yo y le digo a la azafata que se trata de un ex-Presidente de la República. No me hace caso y se dirige a la cabina de mando del avión.
Camino detrás de la azafata y llegamos juntos a la cabina. Ella le dice al piloto que hay que parar el aparato y devolverlo al punto de partida.
Le digo que si se produce un escándalo con Juan Bosch, la perjudicada será la aerolínea por su imagen ante los dominicanos.
El piloto frena. El avión deja de correr en la pista.
Transcurren unos segundos, quizás más de un minuto, y sin mayores contratiempos el vuelo continuó su ritmo programado.
Juan Bosch cuidaba con celo el Tesoro de la Organización Histórica del PLD.
El PLD, Partido de la Liberación Dominicana, surgió desde las raíces mismas de la sociedad dominicana.
Sus componentes, mujeres y hombres, provenían esencialmente de las capas sociales comúnmente llamadas más humildes.
Una capa élite del sector medio o llamada clase media jugó un importante papel también en la creación del Partido.
Juan Bosch, el líder, trazó los principios que debían normar la nueva agrupación política, y dirigió el proceso de formación de sus estructuras iniciales.
Círculos de estudios, comités de base, comités intermedios y municipales, comité central, secretariado del comité central, fueron entidades con plena vida orgánica desde el principio.
La propaganda, la organización y las finanzas se encontraban -como lo dispuso el líder- estrechamente relacionadas.
El Partido se nutrió de los fondos que aportó el pueblo dominicano comprando las ediciones del semanario Vanguardia del Pueblo y apoyando actividades extras de recaudación como las rifas de vehículos.
Los organismos del exterior, principalmente la seccional de Nueva York y los dominicanos residentes en la urbe norteamericana, fueron pilares de recaudaciones importantes en la etapa de la consolidación del Partido.
Solo con el trabajo y el esfuerzo de sus miembros y simpatizantes se nutrió el PLD en su etapa formativa.
Juan Bosch nos decía que perdíamos el respeto de otros gobiernos y líderes políticos del mundo si les aceptábamos dinero y dependíamos de ellos, lo que ocurrió con algunos grupos adversarios al PLD que nunca llegaron a tener credibilidad en las masas del pueblo dominicano.
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