Reitero, como afirmé en la primera entrega, que las molestias premenstruales son reales pero su construcción como enfermedad es cultural. Cuando los síntomas premenstruales se presentan de forma intensa y además interfieren con la vida de las mujeres, la ciencia los califica como enfermedad y los llama Síndrome Premesntrual y Trastorno Disfórico Premenstrual, este último un es un trastorno psiquiátrico.
Cuando a las mujeres se les etiqueta como enfermas a causa de sus hormonas, es como si sus cuerpos tuvieran un desperfecto, como si estuvieran poseídas por sus hormonas; ellas son incapaces de dirigir sus propios cuerpos y otros deben domarla, tomar el control.
Las mujeres dependen de su ciclo menstrual, son impredecibles, no están calificadas para los puestos de decisión, es el mensaje vulgarizado. La ciencia legitima un motivo por el cual mantener a las mujeres fuera de los puestos de poder.
La amplia divulgación del Síndrome Premenstrual a principio de los 90´ coincide con las demandas de las mujeres por una mayor igualdady su inserción al trabajo asalariado, un problema sociopolítico.
La forma en que las mujeres son educadas las enferma. En la cultura dominante, las mujeres son imaginadas como incompletas y por lo tanto con la necesidad de estar acompañadas. Casi siempre tiene una baja autoestima, tiendan a ser perfectas; tienen el mandato de ser buena hija, buena pareja, buena en el mundo laboral y sobre todo buena madre, si es una madre sacrificada mejor.
Este modelo perfeccionista las conduce a situaciones de alto estrés mental, pues nunca están plenamente satisfecha de lo hacen, deben demostrar en sus tareas que valen mucho más que los hombres para ser reconocidas, y deben soportar que la sociedad y el entorno familiar apenas valoren todas las tareas que realizan.
Si a este malestar impuesto por la cultura le agregamos que les hayamos hecho creer que sus cuerpos están enfermos, las mujeres podrían atribuir su subordinación y opresión a una causa objetiva, identificable, predecible y potencialmente curable en lugar de atribuirla a las desigualdades entre hombres y mujeres.
Entender el cuerpo y la salud de las mujeres requiere una mirada más allá de lo biológico; los factores psicológicos, sociales, culturales y políticos contribuyen a diagnosticar los Síntomas Premenstruales como enfermedad.
Responder a las inconformidades de las mujeres con medicamentos, entre ellos los antidepresivos, sin trasformar las causas del malestar es evitar el dialogo, suprimir la discusión, es pretender silenciarlas, de esta manera se mantiene el estatus quo. Me resuena el poema de Neruda “Me gustas cuando callas porque estás como ausente”.
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