Un hijo agradecido por los sacrificios que hizo su padre para sustentarlo y sacarlo de su estado de pobreza, fue capaz de hacer algo increíble al despedir a su progenitor con unas exequias millonarias, por lo que traigo a mis amigos lectores esta curiosa historia .
El funeral fue sobrio como tantos otros, bajo un ambiente de silencio respetuoso, melodías melancólicas que evocaban atardeceres junto al mar, flores adornando la estancia, personas vistiendo de luto y conversando en voz baja mientras que en el centro, el ataúd marcaba la diferencia. Junto al cadáver, muchos dólares. Bastantes. Una cantidad astronómica.
A unos les pareció un detalle fuera de lugar, a otros un despropósito, y a buena parte de los asistentes a las exequias, una demostración del amor que le tenía su hijo.
–Quise que mi pobre viejo se llevara, aún después de la muerte, algo de lo que yo me había ganado haciendo reír a la gente—contaría años después el inimitable humorista de cine, Jim Carrey, al explicar las razones que le llevaron a poner en práctica su original idea.
Sellaba así un capítulo que tomó varios años escribirse. Comenzó con una niñez signada por una pobreza sin nombre que sobrellevaban lavando vehículos, limpiando casas y edificios por horas interminables, trabajando como celadores o cortadores de césped, y siempre al amparo de una furgoneta sin agua, sin energía eléctrica, ni teléfono y, en ocasiones, sin siquiera comida.
Durante ese tiempo Jim Carrey guardó la mejor imagen de su padre porque –en medio de las circunstancias difíciles– jamás perdía su buen humor. Hacía más fáciles la travesía por el prolongado desierto de la miseria.
A propósito del polémico filme “Todopoderoso”, alguien le preguntó qué haría si por un día tuviera las facultades que sólo corresponden a Dios:–Acabaría con la mortalidad infantil—respondió–, terminaría con todas las enfermedades que diezman a los niños. Daría trabajo a todo el mundo, cobijaría a los más necesitados y… habría dado a mis padres una vida más larga y sin privaciones, como la que tuvieron que pasar…–.
Un detalle significativo aquél de dar a su padre parte del fruto de su trabajo cuando triunfó, así no pudiera disfrutarlo. Un testimonio de amor, de respeto y de lealtad a la figura paterna.
La Biblia recomienda: “Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.”(Deuteronomio 5:16).
Es hora de que revise cuál es el trato que usted prodiga a sus padres. Quizá ha sido indiferente, tal vez guarda rencor, es posible que no les visite o llame por teléfono. Las posibilidades de estar fallando son infinitas. Pero hay oportunidad para cambiar. En adelante, su actitud puede ser diferente. Está en sus manos testimoniarles el amor, y no esperar que emprendan el viaje sin retorno, para manifestarles con lágrimas, cuánto los quería…
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