Después de los hechos consumados en los sainetes tripartita del fin de semana, uno se pregunta: ¿En qué lugar del mundo, por recóndito y primitivo que sea, van a entender un cómico «Pacto por la Gobernabilidad» (que en realidad concurre al reparto alícuota de los beneficios de la corrupción municipal) en que cada alcalde escoge, entre sus «opositores», a quienes habrán de fiscalizar su manejo de las cuentas públicas, incluyendo negocios turbios, contratos amañados, nominillas, viáticos de lujo y favores a conveniencia? (Entonces, debemos considerar que quienes han clasificado a nuestro país como paraíso de la impunidad se han quedado cortos).
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