SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La Procuraduría General de la República acaba de emitir un comunicado que debería figurar, en lugar destacado, cuando se haga un recuento acerca de manejos irresponsables de entidades y funcionarios en materia de interés público.
Decir al país en medio de un escándalo por revelaciones de irregularidades en la compra de los aviones Súper Tucano, que “debemos contraernos a la más estricta reserva sobre los detalles del caso”, es una soberana falta de respeto y una grave violación al derecho de los ciudadanos conocer cómo se utiliza el dinero que el Estado recibe del contribuyente.
Esa no puede ser la respuesta que reciban medios, periodistas y ciudadanos en general, luego de enterarse, a través de una publicación del periódico estadounidense The Wall Street Journal, de un supuesto soborno que involucra a un senador y a un ex oficial militar.
A juzgar por la invitación al silencio que hace la Procuraduría, de forma insólita, es obvio que estamos en presencia de un caso peliagudo que las autoridades dominicanas quieren que no sea debatido en detalle y con nombres y apellidos, como corresponde por su gravedad y serias implicaciones.
Ante lo divulgado por The Wall Street Journal, es inaceptable que la Procuraduría se haya despachado con una declaración que de hecho sugiere a la prensa dejar de lado una cuestión de semejante trascendencia.
Las autoridades están en el ineludible deber de referirse, de forma concreta y no con evasivas, a la información del diario debidamente documentada en datos y fuentes oficiales de Estados Unidos y Brasil.
La existencia de un proceso de investigación internacional en el que participa la República Dominicana, con diversos requerimientos de asistencia recíproca, no puede ser aceptada en modo alguno como una excusa o justificación para no dar la cara en una cuestión tan seria.
La Procuraduría no puede pretender que los medios se acojan y endosen el “compromiso formal y expreso de confidencialidad en el presente caso” que habrían acordado con otras instituciones en el exterior.
La prensa independiente está comprometida únicamente con el público y no con los lineamientos y objetivos de ningún organismo oficial, por más bien intencionado que éste sea.
El periodismo complaciente que se deja guiar por fuentes interesadas, se aparta de la ética y traiciona la confianza de las personas que quieren recibir informaciones confiables, servidas con honestidad y sin influencias espurias.
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