¿Faltaba otra rémora al desvencijado sistema educativo dominicano, muy presente en la retórica, pero relegado en las prioridades?
Si era necesaria ha sido adherida con la aplicación del texto integrado del primer ciclo de básica, que manda a freír tuzas la enseñanza formal del idioma castellano, piedra angular de la identidad dominicana.
El retroceso que esa metodología acarrea implicará que además de no poder cumplir con la meta de que todo el nacido sobre esta tierra complete el cuarto curso de la enseñanza primaria, que es uno de los objetivos del milenio, resultará que los que alcancen ese nivel no habrán conocido nada de ortografía, ni de caligrafía ni de gramática.
Eso ocurrirá en un mundo concienciado de la idea de que lo que no se meta en la mente de un niño antes de cumplir los siete años de edad, será muy difícil lograrlo después.
Igual suerte que la lengua española, corren la historia, la ciencia naturales, la religión, la geografía y la educación cívica.
La implementación subrepticia del texto integrado es de por sí una afrenta contra la correcta formación de los ciudadanos porque pregona la burla a la Constitución y a las leyes.
El Ministerio de Educación se arroga facultades: la de la modificación curricular, que es potestad del Consejo Nacional de Educación, y para enmascarar esa inobservancia de la ley, alega que no ha producido ninguna alteración del currículo vigente, lo que se derrumba con la decisión de colocar al español como un tema episódico que eventualmente se podría abordar sobre cualquier tema, desconociendo que el currículo vigente ordena la enseñanza de siete horas semanales del idioma materno.
La Constitución no es solo violada en lo atinente a artículos como el 29, que establece que el idioma oficial de la República Dominicana es el español, y el 63, que dispone que “toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones”.
No se sabe con que intención en el texto integrado se les está pregonando a los niños que son nacionales dominicanos todos los nacidos en territorio dominicano, cuando no es eso lo que establece la Constitución, que en el párrafo tercero del artículo 18, formula las precisiones de lugar: “Son dominicanas y dominicanos: “Las personas nacidas en territorio nacional, con excepción de los hijos e hijas de extranjeros miembros de legaciones diplomáticas y consulares, de extranjeros que se hallen de tránsito o residan ilegalmente en territorio dominicano. Se considera persona de tránsito a toda extranjera o extranjero definido como tal en las leyes dominicanas”.
Es cierto que aún con la aplicación del currículo vigente estamos cosechando serias lagunas en la formación de los estudiantes y que estamos graduando profesionales analfabetas, pero eso obedece a las deficiencias del sistema educativo que deben superarse.
Deficiencias de aulas que obligan a un uso intensivo de las existentes para poder copar la totalidad de la matrícula escolar, aún así una parte de la población recibe docencia en locales inapropiados, y los maestros son los primeros conjurados contra la aplicación del programa porque desarrollan sus actividades gremiales en horas de docencia, lo que hace más crítica la ineficiencia.
Todos los problemas del sector están diagnosticados y se sabe lo que hay que hacer, pero nadie espera que se propicie el empeoramiento.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email