SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Mientras la situación se torna complicada en Estados Unidos con un segundo contagiado con ébola, la pregunta obligada y relevante que no admite dilación alguna, es si estamos preparados con medidas adecuadas de prevención y reactivas ante cualquier caso que pueda registrarse en el país.
Un recorrido realizado por reporteros de SIN por el área que supuestamente funcionaría para aislamiento o cuarentena, permitió establecer que estamos “en belén con los pastores”.
Esa área permanece cerrada y nadie en el hospital Ney Arias Lora tiene llaves de acceso ni dispone de información sobre la forma en que operaría, mientras se desconoce si ha sido equipada o si es simplemente un salón vacío.
Es cierto que no debemos, ni desde la esfera oficial ni tampoco en los medios de comunicación, provocar un pánico en la población, pues sería una actitud irresponsable, pero tampoco podemos ignorar lo que acontece a nivel mundial, sin tomar las previsiones de lugar.
Por ejemplo, por qué no se han integrado comisiones médicas y sanitarias especializadas para trabajar en el enfoque de ese potencial peligro, como ha ocurrido en otras naciones que sí han tomado en serio este grave problema.
La letal enfermedad, que ha cobrado en Africa más de 5,000 vidas, no se restringe ya a ese continente, sino que la tenemos amenazado en América con los casos en los EE.UU., nación con la que tenemos un diario flujo de pasajeros por vía aérea.
En vista de la cantidad de visitantes extranjeros de diferentes nacionalidades y latitudes que llega al país, este riesgo de acentúa, por lo que la vigilancia y control tiene que incrementarse en puertos y terminales aéreas, pero siendo prudentes para que estas medidas no afecten el turismo.
Sin dejar de lado la crisis hospitaria cuya magnitud quedó de manifiesto con la muerte de 11 niños en el Robert Reid Cabral, las autoridades de salud tienen que emplearse a fondo para evitar luego lamentos sobre lo que debimos hacer en su momento.
Sabemos que por nuestra posición geográfica y las conexiones aéreas, estamos propensos y vulnerables a la eventualidad de posibles casos de ébola.
No incurramos en el dicho popular, que advierte la tendencia del dominicano a poner candado después que le roban.