Un desorden total

Además de la frustración que ha causado a los usuarios del transporte de pasajeros, el incumplimiento en la promesa de rebajar el precio de los pasajes ha venido a subrayar el desorden y la falta de autoridad que existe en el país.

¿Cómo es posible que los choferes y sindicatos de transportistas anden como chivos sin ley en, sin control ni regulación alguna, en una materia de interés colectivo como es el costo de los pasajes?

Y que no vengan con el argumento, que no aplica en este caso, de la pretendida  autorregulación de la oferta y la demanda, que por demás nunca ha funcionado a plenitud, sobre todo cuando se trata de productos, bienes de consumo y servicios básicos.

Se entiende que la fijación de tarifas en las diferentes rutas, tanto las urbanas como las interurbanas, hay un componente de costos e insumos, entre los que influye principalmente los combustibles y ninguno de estos elementos pueden ser ignorados.

Ante la rebaja sustancial experimentada en el precio de los combustibles, producto de la baja en el petróleo a nivel internacional, es pertinente y razonable en que se aplique una baja en favor de los pasajeros.

Sin embargo, todo parece indicar que nada de esto se logrará porque, a pesar de la expectativa creada por los pronunciamientos de algunos sindicalistas, los choferes se niegan a aceptar cualquier rebaja, por mínima que sea.

Mientras esto ocurre, ninguna autoridad del transporte parece tener facultad o decisión para intervenir y hacer valer el interés de los usuarios del transporte público, que una vez más se quedan sin doliente.

¿Para qué existen varios organismos públicos vinculados al área del transporte si evaden o ignoran las responsabilidades que tienen la obligación de asumir? ¿Por qué hay que mantener con dinero del contribuyente estas entidades infuncionales?

Como es comprensible, la respuesta no puede esperarse de parte de los funcionarios que hasta ahora se han lavado las manos como Pilatos.