No hay ningún sitio en la tierra de Duarte en donde se pueda decir que los estupefacientes no están. En cualquier clase social, óigase bien, en cualquiera, en los barrios y en las zonas encumbradas donde quiera nos encontramos con personas que constantemente hacen uso de todo tipo de entidades oficiales, eclesiásticas y civiles para invadirlas por este mal.
La policía es una de estas donde algunos, que no son todos, la han convertido en un hormiguero donde a simple vista este mal se ve muy difícil de extirpar, lo peor de todo es que mientras usted denuncie esta o alguna otra situación con nombres y apellidos usted está expuesto a que le manden el Dican, el DICRIM o algún otro departamento represivo con un caso armado, o peor aún que lo asesinen para ellos es como si aún para ellos viviéramos en la época del trujillato, es lógico creerlo, porque es que aun su cuerpo de inteligencia actúa como si no han pasado 80 años.
Algo interesante es que según los propios policías ellos son quienes “controlan” este país.
Ayer hablando con un supuesto miembro sobre el foro que se llevó a cabo la semana pasada para hacer la reforma, él me dijo que muchos de sus jefes están en contra y harán presión para que no se dé, que solo el policía que no se “mueve” es que el que se busca (gana) el sueldo de la nómina, con voz potente y de forma descarada me dijo que al mes el cobra lo que le dé la gana, porque para un uniformado con su arma, su sueldo no tiene límites.
Al saber esto me quede frio.
Hace unos días en el Show del Mediodía se encontraba en la basura del encargado de la cárcel de Najayo un condón recién usado. Mabel lo tomo valiéndose de un bolígrafo que uso para sacarlo del cesto del zafacón. El sábado pasado en un programa de televisión popular mencionaban y mostraban a dos conocidos promotores, uno de ellos recién dejado en libertad del cargo de tráfico de drogas y otro avituallador de vicios a determinados cantantes. La clase artística lo conoce muy bien. Al ver sus caras me conmovían los dos, tengo mucho tiempo que no los veo, en sus rostros se manifestaba el mal del que hace tiempo se sospechaba. Ahora mucha gente se ha dado cuenta, y me han comunicado por qué recibo de ellos y de sus jefes ataques constantes.
Después de ver los resultados solo pediré dos cosas: compasión para el que tropezó y justicia para la piedra.
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