Ante los estragos que causan en tu espíritu la sequía, el monotema patriotero, la insustancialidad del sistema político, los asaltos bancarios y las carreteras ensangrentadas, hay cosas importantes para hacer un buen sábado escapista. Por ejemplo, regodearte largo y tendido en los boleros viejos; hurgar en el mundo de sueños de tus niños; congregarte en silencio con el mejor espectáculo de la vida: el mar; conquistar como amigo a un perro callejero; revivir el recuerdo de tu primer amor platónico… (Por cierto, ¿sabes que, entre los ocho mil millones de seres humanos del planeta, ahora mismo hay otro que hace lo mismo?).
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