Haití vive una situación de creciente crispación política, que en realidad no es algo nuevo, sino un estado casi normal y permanente en la vecina nación.
La estabilidad social, política y económica es todavía una meta pendiente y por eso y otras muchas circunstancias de un lastre de décadas, el sufrido pueblo haitiano padece grandes penurias y un estado de inseguridad ciudadana.
Ante este persistente panorama, el Comité Electoral Provisional de Haití anunció el aplazamiento, aunque sin precisar una fecha, de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 27 de diciembre, siguiendo la recomendación de la Comisión de Evaluación Electoral nombrada por el presidente Michel Martelly
Aunque la posposición de seguro que generará incertidumbre y algún grado de protestas e inquietud, es preferible a la situación de peligro extremo que se prevé podría producirse de completarse el certamen en condiciones inseguras.
La postergación del proceso electoral había sido recomendada por El Senado haitiano, actualmente formado por diez legisladores, ante el clima de tensión política que vive el país y por las constantes las denuncias de fraude expresadas por la oposición haitiana.
Ante esa petición y las recurrentes protestas convocadas para denunciar la manipulación de las elecciones en la primera ronda de las presidenciales y segunda ronda de las parlamentarias celebradas el 25 de octubre, Martelly ordenó la creación de una comisión para que evaluara el pedido congresual.
Es de esperarse que más adelante y en un tiempo no muy dilatado, el ambiente de sobresalto y confusión reinante en Haití pueda superarse, a fin de completar las elecciones y sacar a la hermana república del agobio actual para impulsar programas de mejoramiento económico y social en favor de su pueblo.
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