SANTO DOMINGO, República Dominicana.- A solo 43 días de las elecciones, el tiempo apremia mientras la Junta sigue con su cronograma de trabajo y los partidos continúan inmersos en un frenético proselitismo que contribuye poco a orientar debidamente al electorado con ofertas creíbles que rehúyan toda forma de demagogia.
La iglesia ha expresado en la voz de sus obispos la decepción por algunos de los comportamientos hasta ahora exhibidos por la clase política tradicional, que han incluido rebatiñas internas con saldos mortales y confrontaciones que deslucen la imagen y credibilidad de los partidos.
Además de las penosas disputas por candidaturas, el transfuguismo ha tenido una de las mayores manifestaciones de la historia política y electoral de nuestra vida contemporánea y la dirigencia no parece advertir cómo este fenómeno puede afectar la credibilidad de los partidos.
La presentación de candidaturas ante la Junta se ha enmarañado de tal forma que las impugnaciones obligaron a extender plazos y poner en manos del Tribunal Superior Electoral 173 de esos conflictos, cuando originalmente se pensaban que solo serían 35.
Esa alta corte ha prometido fallar a tiempo para no entorpecer la conformación final de la boleta, según ha dicho su presidente, el magistrado Mariano Rodríguez Rijo, pero aún así no se justifica que a estas alturas del proceso estemos inmersos en un mar de impugnaciones.
Como si no fuera suficiente con este penoso panorama que habla muy mal de las organizaciones políticas, ahora ha aflorado una insólita cuestión pendiente de aclaración y sin respuestas: ¿Cómo se explica que luego de incumplir con la rendición de cuentas, en su conjunto las agrupaciones políticas hayan presentado finalmente informes en que aparece un excedente de nada menos que 500 millones de pesos que no se sabe de dónde salieron?
Como se ve, estamos ante un festival de feas e inexplicables actuaciones que los partidos deben aclarar y enmendar ante el país.