Esta semana el Vicepresidente Ejecutivo de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) descifró, por lo menos parcialmente, uno de los misterios en que está envuelto el discutido proyecto energético de Punta Catalina, Baní, que el Estado contrató con la constructora brasileña Odebrecht a un costo original de 1,945 millones de dólares.
Rubén Bichara informó que el proceso de instalación de las plantas gemelas ha avanzado en 64 por ciento, a pesar de las dificultades que ha confrontado al no haber recibido 656 millones de dólares contratados con el Banco Nacional para el Desarrollo Económico y Social de Brasil, y de otra suma similar financiada por un consorcio de bancos europeos, de los cuales apenas se han recibido 200 millones de dólares.
Hace tiempo que no se entendía cómo esa construcción avanzaba a buen ritmo, aunque ahora para terminarse en el 2018, no en el 2017 original, sin el financiamiento contratado. Bichara despejó ese misterio: con ahorros del gobierno, proveniente de un impuesto clandestino, derivado del incumplimiento de la ley de electricidad que establece la tarifa eléctrica en proporción al costo de los combustibles, que no se ha reducido en la proporción correspondiente a la disminución a la mitad del precio de los hidrocarburos en los dos últimos años. Total, que aquí las leyes son sólo sugerencias y «to e to y na e na».
Las plantas de Catalina están rodeadas de misterios desde antes de ser adjudicadas. Nunca se ha podido saber por qué a base de carbón, la peor materia prima de generación eléctrica, por lesiva al medio ambiente, que se ha prohibido en muchos países y se desmonta progresivamente en el mundo. Mucho menos se ha entendido por qué no se contrataron con empresas que las ofertaban a mitad del precio convenido. También es un misterio el costo final, de terreno, financiamiento y operación, que algunos denunciantes insisten en que la elevará hasta en 50 por ciento.
Pero el mayor misterio es por qué no tuvimos la suerte de los mexicanos que en los últimos dos años han contratado dos plantas casi 6 veces más baratas, y de ciclo combinado con dos turbinas de gas natural y otra de vapor cada una. Cuando el diario El País del 24 de septiembre del 2015 anunció que la empresa española Iberdrola había ganado una licitación para construir y operar una planta por 400 millones de dólares en Nuevo León, México, para generar 850 megavatios, tuvimos que apelar a otras fuentes informativas para creerlo.
El misterio se agigantó el 4 de abril pasado, cuando se informó que la misma empresa volvió a ganar licitación para otra planta similar y por el mismo precio en el estado mexicano de Sinaloa. No sólo lo informó El País, también la agencia española Efe y los diarios mexicanos. Esta por 37 megavatios más, 887.
Las dos mega plantas ibero-mexicanas totalizaran 1,737 megavatios, por 800 millones de dólares, es decir a 460 mil 564 dólares por megavatio. Las de Punta Catalina generarán 720 megavatios, y asumiendo el costo original de 1,945 millones de dólares, saldrán a 2 millones 701 dólares por megavatio, es decir 5.9 veces más caras.
A lo mejor Bichara puede disipar también este gran misterio, y no lo ha hecho porque no se lo han preguntado. Así que si alguien cercano a él o al gobierno puede pedirle la aclaración habría que agradecerlo y darle publicidad.
Si no lo hacen, habrá que confiar en que algún día nos llegue otro rayo de luz proveniente de Brasil como el que disipa, aún parcialmente, el misterioso contrato de los aviones Tucanos, 21 veces menor que el de Catalina.-
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