SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La situación socio-política de Venezuela ha incrementado la presencia de ciudadanos de ese país suramericano en la República Dominicana, lo que ha puesto en alerta a las autoridades migratorias.
En las calles de la capital y otras ciudades, profesionales venezolanos buscan el sustento de cada día.
A partir de las seis de la mañana los siete días a la semana, bajo el ardor del sol, Chris Nathaly Quiroga vende tizana, un jugo típico venezolano, por 25 pesos, en las calles de Villa Mella.
En su tierra, era enfermera de profesión.
Llegó al país, según cuenta, no para quedarse, hace cinco meses. Dejó atrás a su hija de dos meses de nacida. Dice que se le han presentado tres oportunidades de trabajo en su área pero su estatus migratorio en el país no lo permite trabajar como enfermera. El dinero no le alcanza para volver a Venezuela y pagar la penalidad por pasar más de tres meses en suelo dominicano.
Clara Ramírez es peluquera. Llego al país hace tres meses, tras una propuesta de un familiar para montar un salón de belleza. Su experiencia ha sido más positiva.
Dice que tuvo suerte porque consiguió trabajo en su área tan pronto llego. Sin embargo al traer a su hija hace un mes decidió renunciar para estar con ella. Aun así dice que no ha sido nada fácil especialmente por la situación en su país.
Estos dos hermanos, uno enfermero y el otro técnico en electromecánica, se ganan la vida en los semáforos.
Durante un mes en suelo dominicano, ya han sido contratados para amenizar fiestas. Ellos promocionan sus servicios de entretenimiento en las redes sociales.
A pesar de haber tenido experiencias distintas, todos dicen que aspiran a regular su situación migratoria para salir adelante en un país que describen como solidario.
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