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Democracia e igualdad‏

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La democracia no es posible si una parte importante de la población está subyugada. La igualdad entre hombres y mujeres es cuestión de justicia social, no es una moda.

El asesinato de mujeres por su pareja o ex pareja ha llegado a formar parte de nuestra cotidianidad.  En el 2007, la Encuesta Demográfica y de Salud (ENDESA) reportó que un 31% de las mujeres divorciadas o separadas ha experimentado violencia física alguna vez en su vida.  El Feminicidio es el  resultado del dominio del hombre sobre la mujer.

Conforme con el departamento de Estadísticas de la Procuraduría General de la República en el primer cuatrimestre de este año se registraron en el país 84 feminicidios, 11 más que el pasado año.

Faltan muchos feminicidios por registrar.

La democracia parte de varios principios que se han ido acrisolando a los largo de los siglos, así la división de poderes es un requisito imprescindible para que haya un control judicial cuando el poder tiende a absolutizarse.

El otro gran pilar de la democracia son los derechos y libertades concebidos en la declaración Universal de derechos humanos de las Naciones Unidad.

En el plano concreto el cumplimiento de los derechos constitucionales no se hace basándose en un principio de igualdad real entre los ciudadanos, en efecto el grado de ejercicio de los derechos esta determinado no sólo por  la constitución sino por situaciones diversas, como el nivel de ingreso, nivel cultural, raza y género.
Cuando hablamos de igualdad tenemos que distinguir entre la igualdad que nos prestan las leyes y la igualdad real que se vive en la cotidianidad.

Constatada como está que la mujer continua discriminada en la vida real, no podemos dar por satisfecha la calidad de nuestra democracia.

Se plantea, por tanto, un objetivo político, social y cultural de alcanzar un nivel de igualdad real para que la democracia tenga una calidad mínima.

La democracia en nuestro país debe ser cuestionada.  Mueren casi una mujer cada día por la violencia machista, de lo que podemos inducir que son cientos de miles o quizás millones las que son víctimas de la violencia o de su estado anterior, el miedo a la violencia.

Cuanto más miedo hay disfrutamos de menos derechos, no existe la libertad y por lo tanto estas mujeres son excluidas de la democracia.  La igualdad no es un derecho de las mujeres, es un derecho de todos y todas, con la igualdad gana la sociedad, gana la vida.

La igualdad es política de primera línea en los gobiernos que apuestan a la democracia.  Las mujeres no queremos dadivas, exigimos vivir en un estado de derechos.

Liliam Fondeur.

DiagnósticoRD.

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