La prensa nacional ha experimentado en los últimos años los cambios más grandes y profundos ocurridos desde el resurgimiento de la libertad de expresión, a raíz de la caída del trujillismo en 1961. Las transformaciones más significativas se relacionan con el traspaso de la propiedad de la mayoría de los medios importantes a grupos económicos y los cambios radicales de formato y diseño, producto de la adquisición por muchos de ellos de modernas tecnologías. La aplicación de novedosos métodos “mercadológicos”, resultantes de la transferencia de propiedad, dieron lugar a la aparición de periódicos diarios gratuitos, fenómeno que precipitó la desaparición de varios medios, reducido dramáticamente la circulación de otros con bruscos movimientos en las preferencias del público.
En mi opinión habrán de ocurrir todavía transformaciones más dramáticas. Podría ocurrir que el gusto de una buena parte de los lectores que aún compran diarios, sumado a la falta de poder adquisitivo y a la ausencia de opciones informativas en un ambiente noticioso tan escaso como el nuestro, se mueva gradual y firmemente hacia las publicaciones gratuitas, por cuanto en su mayoría ofrecen las mismas coberturas.
Los medios tendrán que analizar su posición a la luz de estas nuevas condiciones en que se desenvuelve el periodismo escrito, tomando en cuenta además la forma en que otros medios no diarios y una amplia oferta proveniente del exterior han ido ganándole espacio a los periódicos tradicionales de circulación cotidiana. Nuevos escenarios surgirán y, en mi opinión, que de seguro no compartirán otros colegas, el futuro de los diarios del país dependerá de su capacidad para adaptarse a esta nueva realidad. Los propietarios, responsables y líderes de esos medios se verán forzados a dedicar tiempo y recursos al estudio de la situación, a fin de prepararse para la gran tarea de supervivencia.
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