En todos lados (desde el más ostentoso cruce de avenidas, hasta en las calles más discretas), cualquier animal se vuela un semáforo en rojo, y…(no hay autoridad). De pronto te encuentras a cualquier tipo (desde la opulenta yipeta, hasta la chatarra del concho) en vía contraria, y…(no hay autoridad). Y los ves en cualquier momento a cien kilómetros por hora, parqueados en la acera, circulando sin luces, etc. etc. y etc… (y no hay autoridad). Así es: en este país no hay autoridad ni siquiera para hacer cumplir la ley más fácil de imponer: La del Tránsito… (Bueno, si es que eso existe).
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