Estimado Euclides:
A petición tuya, luego de la conversación telefónica que sostuvimos en horas de la noche de Roma, cuando en Santo Domingo eran un poco más de las dos y media de la tarde, te escribo atendiendo a la solicitud de tu llamada sobre algo de lo que te dije en nuestra conversación relacionado con un detalle de la historia contemporánea de nuestro país que debe quedar registrado.
Como saben algunas personas, y está de alguna manera en los archivos periodísticos y en relatorías de unos encuentros celebrados entre representantes de organismos empresariales y públicos, me correspondió ser una de las personas a las que les tocó entre el 1988 y 1993 trabajar como consultor y relator cordinador de encuentros que facilitaron las reformas económicas que adoptó el Gobierno del Presidente Joaquín Balaguer.
En Casa de Campo en la Romana, en un hotel de Puerto Plata y en Punta Cana Beach Resort coordiné junto al Embajador de Naciones Unidas César Miquel los encuentros patrocinados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que reunieron a representantes de los sectores público y privado para debatir las propuestas de reformas aduanera, tributaria, y social. No debe olvidarse que del PNUD surgieron entonces muy buenas iniciativas para mejorar la administración pública y el sistema educativo. Redacté las relatorías de esos encuentros organizados con la metodología del brain storming o lluvia de ideas.
Otro encuentro que organicé, por encargo del Club de Ejecutivos de Santo Domingo, de la Torre de Naco (que era un centro social influyente en el país), fue el seminario sobre «Cambios Mundiales, Desarrollo y Concertación Social». En 1992 publicamos un libro que recoge las ponencias de ese evento, en el cual participaron Pepín Corripio, José Miguel Bonetti Guerra, Mons. Agripino Núñez Collado, José Vitienes Colubi, entre otros personajes influyentes entonces en la sociedad dominicana.
De aquellos diálogos surgieron las decisiones gubernamentales y del Sector Empresarial que transformaron la economía dominicana partir de 1990. Este dinamismo socio-económico que se ha experimentado en el país en gran medida debe atribuirse al diálogo y a la concertación, un proceso que había comenzado en 1985 por iniciativa de los empresarios promotores de la Universidad Católica Madre y Maestra, con su rector al frente, y con el visto bueno que dieron en su momento dos líderes de la categoría de Juan Bosch y Joaquín Balaguer.
Enterado de mi trabajo con el PNUD, Juan Bosch, el Líder de nuestro Partido, el PLD, me dijo que yo sería su Embajador en Washington. El companero Leonel Fernández, que en 1990 debía de haber sido Ministro o Secretario de Estado de Relaciones Exteriores, también conocía mi trabajo y estaba enterado del propósito de Don Juan. Por eso en 1996 cuando Leonel es Presidente me designó Embajador Jefe de Misión en la OEA, puesto que luego decliné porque no podía estar condicionado en Washington por la tarea maliciosa de un falso representante de la República radicado en esa ciudad extranjera.
Esta breve introducción para avalar el hecho, dato, suceso, circunstancia o cómo quieras llamarle tú Euclides como historiador, que para las presentes y futuras generaciones de dominicanas y dominicanos debe ser de conocimiento y estudio, y que escribo a solicitud tuya y es el siguiente:
También tratamos de organizar posteriormente en 1993 un seminario internacional sobre los procesos de integración. El carácter y el propósito de este encuentro era de mayor alcance que los anteriores concentrados en reformas internas de la economía o la administración pública. Por aquellos días se gestaba el Tratado de Libre Comercio de las Américas, y la Comunidad Europea se convertiría en la Unión Europea. Existía el Acuerdo de Lomé hacia Africa y algunos países del Caribe de parte de Europa, y los Estados Unidos planteaban una estrategia nueva con las Cumbres de las Américas Sobre Comercio en contraste con las Cumbres Iberoamericanas que desde 1989 promovía el Reino de España.
Para organizar este seminario internacional debíamos conseguir el respaldo del Presidente de la República, que era entonces el doctor Joaquín Balaguer. El listado de posibles invitados de expertos y dirigentes políticos de América y Europa era bien representativo y equilibrado. El tema central sería el debate sobre el proceso de proyectos de acuerdos de integración en curso en Europa y América, y como uno de los subtemas escrito en el documento base el de Haití-República Dominicana.
El Presidente Balaguer acogió la idea de celebrar este seminario, y a mí, en audiencia privada en el Palacio Nacional, me dijo: «Grimaldi, el principal problema de nuestro país es Haití».
Entusiasmado por este respaldo moral del Presidente Balaguer, que implicaría la participación en este seminario internacional de funcionarios de su Gobierno, e incluso la posibilidad de que él mismo dijera las palabras de apertura, procedimos a contactar la oficina de un amigo abogado, ciudadano de los Estados Unidos, a quien habíamos conocido el año anterior, 1992, cuando visitó la República Dominicana durante la campana presidencial que en noviembre de ese año llevó al triunfo del candidato demócrata Bill Clinton. Aquel conocido amigo era Marvin Rosen, abogado, quien luego en 1996 fue el tesorero de la campana para la reelección del Presidente Clinton.
A través del contacto de la oficina de abogados de Rosen, el amigo del ya Presidente de los Estados Unidos, propusimos la participación de funcionarios del Gobierno del Presidente Clinton en este seminario que nos proponíamos realizar en 1993 en el país sobre el tema de los procesos de integración que muy bien había acogido el Presidente de la República cuando nos recibió en su Despacho del Palacio Nacional.
Esperamos una, dos o tres semanas, hasta que nos llegó el siguiente Mensaje que nos hizo desistir de continuar trabajando en este esfuerzo: «Nada con el Presidente Balaguer». Nunca se nos dijo quien lo dijo, de quien era esa frase, pero se nos dio a entender que provenía del Departamento de Estado, la gran estructura burocrática con un enorme Poder para ejecutar y hasta dirigir la política exterior del Gobierno de los Estados Unidos de América.
Un hecho cierto es que el año siguiente, de mayo de 1994 en adelante, el Departamento de Estado durante el Gobierno de Clinton utilizó todo el peso de su influencia para obligar al Presidente Balaguer a abandonar el Poder en 1996 en elecciones anticipadas por una reforma forzada de la Constitución de la República.
Concomitantemente se preparaban durante los primeros meses de 1994 los planes para reponer en Haití a Jean Bertrand Aristides, despuesto en septiembre de 1991 por un golpe de Estado militar. El Jefe de Logística del Estado Mayor del Pentágono visitó nuestro país en marzo de 1994 y se reunió con altos mandos militares dominicanos. En septiembre se produjo la esperada intervención militar norteamericana ordenada por Clinton para reponer a Aristides. El mismo Presidente Clinton luego fue a Haití a darle su respaldo personalmente a Aristide.
Haití no progresó institucionalmente, pues en febrero del 2004 se produjo la siguiente intervención militar norteamericana ordenada por el presidente George Busch para salvar al mismo Aristides de un linchamiento insurreccional. Desde entonces, un contingente internacional ocupa el territorio haitiano.
La gran emigración de haitianos hacia nuestro país se ha desarrollado a partir de estas dos intervenciones militares de los Estados Unidos en Haití, si bien la crisis humanitaria causada por el terremoto que afectó mayormente a Puerto Príncipe en enero de 2010 agravó el caos migratorio que el Gobierno del PLD del Presidente Danilo Medina ha heredado.
Lo que ocurre ahora mismo trasciende aquella frase que me dijo en 1993 el presidente Balaguer: «Haití es el principal problema de la República Dominicana». No deben quedar en el olvido unas declaraciones de Juan Bosch del mes de mayo de 1994 que solo en el diario El Caribe dirigido por don Germán Emilio Ornes Coiscou aparecieron, en las cuales el Líder del PLD manifestaba el peligro que representaba para el pueblo dominicano la crisis por la que atravesaba entonces Haití. Bosch rompió con aquellas declaraciones el mito del paraíso haitiano que nos dibujaron durante mucho tiempo ciertos falsos intelectuales.
Desde aquel dia de 1993, cuando escuché aquella frase histórica de labios del Presidente Balaguer, han nacido varios millones de dominicanos que ignoraban, al igual que casi todos los que entonces eran jóvenes adultos, estos detalles de nuestra historia contemporánea, y por eso públicamente te los escribo Euclides, a petición tuya, Profesor y Amigo, Maestro, para que queden registrados en la Memoria de nuestro Pueblo.
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