¡Qué rico debe ser dormir en una blanca nube ergonómica, bajo el batir de alas de mil querubines de la Corte Celestial! ¡Qué sensación de paz ha de dar el regazo de una de las once mil vírgenes, mientras te canta un motete me¬dieval! ¡Qué felicidad ha de dar vivir sin rezar! (¿pa¬ra qué?, si ya no pedirías nada). ¡Qué grande ha de ser la Gloria, a la que llegaría en cuanto come¬ta (y me perdonen) el úl¬timo de los 362,521 pecados que me faltan! ¡Qué sensacional ha de ser vivir eterna¬mente sin elecciones ni candidatos, porque hace mucho Dios decretó que allá sólo puede hacerse campaña en el infierno!
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