El queso es un alimento muy versátil, podríamos comerlo solo o agregarlo a múltiples recetas y su origen data de épocas muy antiguas. Es un producto lácteo, que al igual que con la leche y el yogurt, existe controversia con respecto a su inocuidad, a su impacto cardiovascular por su alto contenido en grasas saturadas y a las repercusiones intestinales que puedan generar intolerancia a la lactosa.
La variedad existente de quesos es muy amplia, se reconocen más de 300 tipos, encontrando quesos frescos, curados, con especias, frutos secos y otros.
¿Cuáles son los beneficios del consumo?
Es fuente de nutrientes como proteínas, calcio, fósforo, zinc, vitamina A y B12. Las entidades médicas competentes han recomendado el uso de lácteos de forma regular por los beneficios antes mencionados, pero también enfatizan que reconocen el contenido en grasas saturadas y por ello sugieren inclinarse a yogurt, leche y quesos “descremados”.
¿Cuál es el impacto del consumo regular?
Desde el punto de vista cardiovascular, se reconoce que los quesos aumentan el colesterol LDL (conocido como colesterol malo), siendo éste un factor de riesgo en la enfermedad aterosclerótica.
Ahora bien ¿ Y si se consumen quesos menos grasos como el queso mozzarella? Los quesos frescos como el mozzarella contienen un nivel más bajo en calorías, pero el colesterol continúa siendo parte de su composición nutricional.
Según un estudio publicado en la revista Food and Nutrition Research se reconoce a la osteoporosis como una “enfermedad pediátrica con consecuencias geriátricas”, por lo que desde la niñez se sugiere el aporte de calcio, fosforo, magnesio a partir de una ingesta regular de lácteos, resaltando a los quesos frescos como alternativa saludable.
En pacientes intolerantes a la lactosa, el consumo de quesos curados como cheddar podría ser una alternativa en el manejo de los síntomas.
¿Se recomienda eliminar el consumo de quesos o lácteos en general como parte de un estilo de vida saludable?
No contamos con evidencia científica suficiente para tal recomendación. Actualmente, las informaciones con respecto a su asociación con el cáncer o al rechazo intestinal permanecen como una especulación.
Lo que debemos tomar en cuenta son dos puntos importantes: 1) Porción consumida y 2) frecuencia semanal de consumo.
Si somos moderados en la ingesta, podremos encontrar equilibrio en el control de nuestro peso corporal y de nuestros perfiles de colesterol.
Nutrióloga Clínica. Escríbanme sus comentarios a: [email protected], Instagram: dra.erikaperezl;
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