Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.
Hoy quiero contarles una historia que dice así: Había un maestro de filosofía que era un ateo comprometido. Su meta cada final de clase probarle a los alumnos que Dios no existía. Sus alumnos siempre tenían miedo a discutir porque le tenían miedo a que les diera una nota mala en los exámenes finales durante 15 años, siempre pensó que nadie en su clase tendría el valor de ir en su contra.
Claro, algunos habían discutido, pero nunca en su contra, no lo hacían porque el maestro tenía gran reputación. Al final de su curso, le a pedía su clase de 35 o 40 alumnos: Si alguien cree todavía en Jesús, que se ponga de pie. En los 15 años, nunca nadie lo hizo. Ellos sabían lo que venía después, una mala nota y no aprobaba el año. El decía que todo aquel que cree en Jesús es un tonto. Si Dios existiera, El lo demostraría. Y así, cada año azotaba un pedazo de tiza en el suelo para que se rompiera en pedazos. Y decía, si Dios existiera no podía evitar que esa tiza se rompiera en mil pedazos.
Los alumnos no podían hacer más que mirar. La mayoría de ellos terminaban creyendo que Dios no existía, y que Jesús era una mitología.
Un joven que se había inscrito en su clase, y escuchado la historia de este profesor. Se inscribió en esa clase porque sin ella no podía terminar su carrera. Durante el curso oraba intensamente para tener el valor de pararse, no importa lo que dijera el profesor o los otros compañeros de estudio. Finalmente llego el día, el maestro dijo: Si hay alguien que todavía cree en Dios, que se ponga de pie. De pronto en el fondo del salón, el alumno se levanto. El maestro y la case le miraron, en estado de shock.
El maestro gritó TONTO si Dios existiera, El lo probaría evitando que este pedazo de tiza no se rompiera al golpear el piso. Acto seguido, arrojó la tiza al suelo, la tiza se resbaló de su mano y fue resbalando por su manga, por el pliegue de pantalón y por su zapato hasta que intacta rodo por el piso.
El maestro se quedó con la boca abierta, observando la tiza en el suelo, después levantó su mirada al joven que estaba de pie junto a él y el maestro salió caminando del salón. El joven entonces hablo de su fe en Jesús durante la siguiente hora, los 35 alumnos lo escucharon cómo el hablaba de su amor por Dios hacia ellos y su poder.
A veces, lo único que necesitamos hacer es ponernos de pie. Y no olvides que El está allí.
Los dejo con esta lectura tomada del Evangelio de San Juan, Capitulo 5, Versículo 24 que dice: “Sí, se los aseguro: “Quien oye mi mensaje y da fe del que me envió, posee vida eterna y no se llama a juicio; no. Ya ha pasado de la muerte a la vida”
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.
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