Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.
Cuando yo era niño me gustaba jugar el dominó era una de mis pasatiempos favoritos. Me gustaba jugar en contra de mi mama, siempre la ganaba, y ella se ponía quillada. Hace unos días fui a casa de unos amigos, y vi a un joven jugando con su abuelo. Me vinieron a mi mente grandes y viejos recuerdos, sobre todo de mi madre, pero ese no es el tópico de hoy, eso lo dejamos para otro día.
Lo raro del juego de dominó es que se gana perdiendo. Para ganar, tienes que perder tus fichas. El que primero que se deshace de sus fichas gana el juego, claro que todo no está en botar fichas, hay que saber jugar también, mi yerno juega buen dominó, eso es una cosa que tengo que reconocer en el. Es decir ser reducido a nada para llegar a la cima.
No es como el béisbol, u otros juegos. En los que el mayor número de carreras o puntos haga determina al ganador. No en el dominó no es así.
La regla del hombre natural es: Consigue todo lo que puedas. La regla del hombre espiritual debería ser: Da todo lo que puedas. En la esfera espiritual, sólo conservaremos para siempre aquello que damos.
Recuerda, Jesús lo dio todo por ti y por mí, hasta su propia vida. El es nuestro ejemplo.
San Marcos, Capitulo 15, Versículo 31 Dice: Y de esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarnecidos, decían unos a otros, con los escribas: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar”. Aunque si podía, decidió no hacerlo. Por ti ni por mí.
Recuerda, el dominó es el único juego que se gana botando fichas y sabiendo jugar, los otros juegos se ganan sabiendo jugar y teniendo suerte.
Los dejo con esta lectura tomada de San Mateo. Capitulo 20, Versículo 28, que dice: “Como el hijo no vino a ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos”
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.
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