Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.
El bien que podemos hacer y no lo hacemos, he aquí que se le imputa a uno como un pecado, que cometemos quedándonos con los brazos cruzados. Justifica nuestra indiferencia diciendo: Eso no tiene que ver conmigo, por eso no me meto, yo no tengo la culpa de que eso pase, y otras frases de que utilizamos que adormecen la conciencia ante aquello que pudiéndolo dar, no lo dimos.
Las lágrimas que vimos rodar por el rostro de quien camina a nuestro lado, y por no querer involucrarnos en eso, no la enjugamos. El papel que tiro otro en el piso, no lo recogimos; porque fue otro que lo tiro, no fui yo.
El trozo de pan que no compartimos, porque nadie nos lo dio, y lo compramos con nuestro propio esfuerzo. El no querer trabajar un minuto más, porque el contrato dice el tiempo exacto en el cual debo de parar.
La riña que no quisimos evitar, para no meternos en problemas que no son míos. La herida que no quisimos curar, porque no fuimos nosotros los que la hicimos. La palabra de aliento que nunca le damos al que lo necesita porque esta afligido; o por temor a cualquier cosa que justifique ese bien que pudiéndolo hacer, lo omitimos.
El tiempo que no le dimos a aquel que necesitaba hablar de su problema, diciéndole no hay tiempo que perder. La limosna que no dimos, porque no queremos a la contribuir mentalidad ociosa de muchas personas que en vez de trabajar andan pidiendo. La mano que no estrechamos porque nos creemos superiores.
La respuesta que le dimos a aquel que nos dice palabras que nos hirieron le decimos; porque si callamos y no nos vengamos creerán que somos idiotas y pueden pisotearnos. La sonrisa que no le regalamos a aquel que nos encontramos en el camino, porque no es amigo mío, o tiene nada que ver conmigo.
La oración que no hacemos por el nadie oró. El perdón que no ofrecimos. La carta que alguien esperó y nosotros no la mandamos. La visita que sólo quedo en el olvido. Tanta bien que pudiéndolo hacer, no lo hacemos.
Esa es la rutina que a diario vivimos, ese es el camino que se nos presenta cada día; nos llevamos por lo que dicen los demás.
Vivimos creyendo que con hacer lo que nos toca es evitar a hacer un mal, y que nos hemos ganado el Cielo, y somos buenos. No nos damos cuenta que estamos haciendo lo que nada nos cuesta, es más valioso marcar la diferencia, haciendo un bien que haciendo un mal.
Los dejo con esta lectura tomada del Evangelio de San Marcos, Capitulo 9, Versículo 33 al 35 que dice: “De que discutían por el camino? Ellos callaban, porque habían discutido quién era el más grande. Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea último de todos y el servidor de todos”.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.
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