El alcalde de Santo Domingo Este, Juan de los Santos, ha dicho que el grave problema de los basurales en el municipio en modo alguno afecta la candidatura presidencial del oficialista Danilo Medina. El dirigente peledeísta ancla su aserción con la frase “una cosa no tiene que ver con la otra”.
Mejor que su desafortunada opinión era el silencio, ante la pregunta de los conductores del televisual Hoy Mismo el lunes 14 de noviembre.
Es como afirmar que la mala imagen que siembre en los públicos una institución gerenciada por miembros o aliados del partido de gobierno no le restará votos a este en las elecciones del 20 mayo de 2012.
Este monumento gigante a los desaciertos es solo otro ejemplo de la estrecha visión comunicacional que caracteriza a muchos de los ejecutivos estatales vinculados al PLD y aliados. Para ellos, la comunicación se agota en evacuar de sopetón sus opiniones desmedidas en los medios, porque los públicos, asumidos como estúpidos y desmemoriados, las consumirán sin atragantarse.
Ese error podría sin embargo costarle muy caro tan tarde como el próximo año, a pesar de los bajos niveles de conciencia que priman en los sufragantes.
Dos de los grandes talones de Aquiles para las autoridades del municipio son: el pésimo y muy caro servicio eléctrico de Ede-Este y los vertederos en cualquier esquina, aparte de las calles sin aceras ni asfalto, y la falta de sistema sanitario.
Mas el alcalde De los Santos insiste en que funciona muy bien su proyecto de recolección y disposición de desechos sólidos, el cual fue anunciado en diciembre de 2010 pero que inició este año con una inversión de 400 millones de pesos del erario (US$10 MM). Se ufana de sus camiones robots y de unos contenedores cuya capacidad, según él, ondula entre media y una tonelada.
Si el presidente del municipio se despojara del traje de la irracionalidad que a ratos atrapa a los políticos en el poder, entraría la mesura y entonces descubriría que desanda en sus pasos. Está clarito que si él posee buenas intenciones con la higiene de la ciudad (permítanme creerle), alguien de su entorno le engaña. Y de malas maneras.
Tal proyecto llamado piloto urge de una evaluación profesional, lejos de la arrogancia y la testarudez, que permita relanzarlo en beneficio de la comunidad, no de unos cuantos avivatos.
Amén de los alegatos de los beneficiados con el dinero del negocio, los dichosos contenedores fueron colocados arbitrariamente, sin guiarse siquiera del sentido común; menos de un diagnóstico situacional. Y en los lugares donde los vecinos presentes se opusieron, los supervisores de la alcaldía optaron por dejarlos en las esquinas o frentes de los comunitarios ausentes en esos momentos por razones de trabajo, así que el desastre no ha podido ser mayor.
Ahora, en urbanizaciones de Santo Domingo Este donde instalaron los zafacones “modernos”, como Bello Campo, la novedad es una la fetidez insoportable porque hay más basura desparramada “que la mitad e mucho”, como dicen los cibaeños…
El signo es un montón de desperdicios podridos, de todo tipo y de lugares lejanos, estrellado en los frentes de las viviendas hasta que aparezca el “camión automático” que pregona Juancito, el cual solo llega cuando alguien de arriba “se sueñan con jagua”. O cuando se denuncia en los medios de comunicación tal abuso contra el derecho a la salud que tiene el pueblo.
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