Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.
Les voy a contar, que cuando yo era chico me gustaba ir a los circos, y mi padre me llevaba, siempre que se enteraba que un circo venia a la ciudad, el me compraba tickets para ir con migo. Siempre ponía mi atención en los animales, no me imagino cómo fue que no escogí la carrera de Veterinario, sino la de Ingeniero.
También entre todos los animales y es que todos me gustaban, pero me llamaba más la atención el elefante, por su larga trompa, lo corpulento que era y sus grandes colmillos. Pero después de cada actuación y un rato antes de volver al escenario, veía yo que solo quedaba sujeto a una enorme cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo solo era un minúsculo pedazo de madera que apenas median unos centímetros clavado en la tierra, y como no se escapaba del lugar.
Cuan tenía como 7 años le pregunte a mi abuelo: ¿Qué como el elefante no se escapaba de su sitio siendo tan corpulento?, y él me dijo elefante no se escapaba porque estaba amaestrado, hice a él esta pregunta: ¿Si esta amaestrado para que lo tienen amarrado? Hice la misma pregunta a mi papa, no recuerdo haber recibido una respuesta coherente al porque lo tenían amarrado a esa estaca tan pequeña.
Solo me acordaba cuando otros se hacían la misma pregunta, tenía yo 18 años que descubrí a alguna persona inteligente que me dio la solución a mi pregunta y me dijo: El elefante no se escapa porque ha estado amarrado a una estaca muy parecida a esta desde muy pequeño y ya está acostumbrado.
Cerré los ojos y me imagine al elefante recién nacido sujeto a una estaca. Estoy seguro que en aquel momento el elefantico empujó, tiró, tratando de soltarse. Y a pesar de mucho esfuerzo no pudo, la estaca era ciertamente muy fuerte para este pequeño elefante. Al día siguiente se levanto a probar de nuevo, y también al otro día. El animal acepto su impotencia y se resigno a vivir amarrado.
Y este animal tan grande y poderoso no escapa porque cree que no puede, se acostumbro a vivir amarrado. Jamás intento poner a prueba su fortaleza, jamás intento soltarse de nuevo.
Cada uno de nosotros nos parecemos un poco al elefante. Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad de ser como yo soy. Nos acostumbramos desde pequeños a una cosa y decimos: no puedo.
Antes de terminar esta historia mía, yo les voy a contar en cuento, porque soy bien cuentista: Había una vez una muchacha que cuando se caso cortaba las dos puntas del jamón y lo ponía a cocinar. Un día el esposo le pregunto que porque ella lo hacía y ella contesto: Que su madre siempre lo hacía. Fueron a preguntarle a la madre no supo decirle él porque lo hacía solo le dijo que su abuela, lo hacía todo el tiempo y que ella lo aprendió de su madre. Entonces fueron a la abuela y ella les dijo: Que el jamón era muy grande y no cabía en la cazuela y por esa razón ella le cortaba las puntas para que cupiera.
Las mujeres y los hombres, nos acostumbramos a hacer las cosas de una manera y no hay quien después nos haga hacerla de otra forma.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.
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