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La gran sorpresa de las visitas

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Sería mezquindad desconocer los  ingredientes positivos que han tenido las llamadas visitas sorpresas del presidente Danilo Medina, pero la gran sorpresa de esas visitas es que hayan sido posicionadas como una de las grandes prendas de la gestión democrática, y que se acepte como válida la inmensa propaganda que las ha inflado, como esa de que han generado unos 200 mil empleos, entre directos e indirectos.

A los gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina hay que reconocerles que han desarrollado una enorme capacidad para la propaganda. El primero fue profesor de Sociología de la Comunicación Social en la Universidad Autónoma y conoció desde adentro las precariedades del periodismo nacional, especialmente la pobreza e inseguridad de sus profesionales. Contribuyó a la lucha por la profesionalización, la colegiación y la seguridad social de los periodistas, en su gestión honorífica como abogado del Colegio Dominicano de Periodistas.

Al iniciar su segundo gobierno, 1996-2000, el deseo de perpetuidad lo impulsó a comprar medios y profesionales y en pocos meses quedó constituida la legión “Comunicadores con Leonel”, con la incorporación a las nóminas públicas de unos 2 mil periodistas, comentaristas, locutores, camarógrafos, fotógrafos y hasta diagramadores, una gran parte convertidos en bocinas. Y la inversión publicitaria se tornó generosa para neutralizar a otros y a muchos medios.

Leonel fue el maestro, pero Danilo el ejecutivo, por lo que cuando éste llegó al poder en el 2012, amplió la legión y la inversión, que desde hace cinco años convirtió al Estado en el mayor anunciante del país, donde hasta el Banco Central paga generosa publicidad. Desde el año pasado el gobierno central gasta diez millones de pesos diarios en publicidad.

Esos desbordamientos explican la magnificación de las visitas sorpresas, que según informó el ministro administrativo de la presidencia, José Ramón Peralta, y el viceministro Juan Pumarol, en el almuerzo de HOY de la semana pasada, han implicado un desembolso de 42 mil 460 millones de pesos, en financiamientos a pequeños productores, construcciones y servicios, con una generación de hasta 200 mil empleos directos e indirectos.

Cuando esas cifras se comparan con otros aportes a la economía, se llega a la conclusión de que es más la espuma que el chocolate, que se ha beneficiado a miles de pequeños productores, pero han sido básicamente un mecanismo de promoción de Medina, como hombre sencillo y cercano a las necesidades de la gente.

Esas visitas han implicado apenas 6 mil 65 millones de pesos por año y van casi siete, de los cuales sólo unas cuantas obras dispuestas en las mismas, como la Nueva Barquita, el Boulevard Turístico de Punta Cana, construcción de parques deportivos y reparaciones se llevaron más de la cuarta parte, y con pocos empleos apenas temporales. Valiosos sí los 10 mil 440 millones destinados a préstamos para el fomento agropecuario, la cuarta parte del total.

Si la inversión en proyectos reproductivos alcanzó siquiera dos tercios del total, sumaría 4 mil millones de pesos por año, apenas 0.7 por ciento de las recaudaciones fiscales del 2018. Llevados a dólares serían 800 mil dólares por año, la milésima parte del promedio gastado en subsidio eléctrico. Si con esa inversión se crearon 200 mil empleos, bastaría unos bonos soberanos más de 500 millones de dólares, y ni un solo dominicano tendría que arriesgar la vida en el canal de la mona buscando una oportunidad de progreso.

La sorpresa de esas visitas sorpresas se desvanece si se toma en cuenta que este gobierno se ha negado a entregarle a los municipios de Sánchez Ramírez, más de 4 mil millones de pesos que la ley minera le asigna por la explotación del oro, y que se ha quedado en sus primeros 6 años con 184 mil millones de pesos que hubiesen ido a los municipios, si el Poder Ejecutivo cumpliera la Ley general de Municipios.

Por último: si 4 o 6 mil millones de pesos por año crean tanta riqueza, qué pasa con las remesas de los dominicanos que se fajan en el exterior, que en seis años crecieron casi 60 por ciento y en el 2018 aportaron 6 mil 500 millones de dólares, que es decir 325 mil millones de pesos, 54 veces más. Si siquiera el 10 por ciento se destina a inversión y actividades reproductiva, todavía sería 10 veces más que las visitas sorpresas. Pero es obvio que las remesas no pagan propaganda, aunque equivalgan a más del 50 por ciento de los ingresos fiscales y superen en 20 por ciento todo lo que pagó el Estado el año pasado en sueldos y pensiones.-

 

 

                       

                                   

 

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