Es justo reconocer y apoyar cuando de desiste de acometer acciones a todas contraproducentes en cualquier escenario de la vida nacional y sobre todo en un área tan delicada como la educación, que requiere eficiencia y estabilidad.
Por eso saludamos que después de algunas suspensiones de docencia y anuncios temerarios, la ADP haya logrado que algunas de sus filiales del interior descontinuaran el proyectado propósito de tomarse por su cuenta y riesgo una semana adelantada de las vacaciones escolares por el período navideño.
Cuando está en presencia del incumplimiento de un compromiso de ley y también se supone que de vocación, como el de ofrecer docencia en las escuelas públicas, no se podía hablar de negociación sino de imposición de sanciones a los profesores que incurrieran en esa inadmisible violación.
Por eso hubiera creado un mal precedente, que ante una acción injustificable de los maestros en perjuicio del derecho a la educación, el Ministerio de Educación estuviera negociando el caso con los directivos de la ADP.
En situaciones como ésta lo que se impone sencillamente es aplicar sanciones a aquellos maestros que quieran tomarse una semana adicional de vacaciones y encima de eso seguir cobrando sin trabajar, como han hecho durante los paros y pretextos de asambleas que también paralizan la docencia.
El diálogo y el acercamiento siempre en provechoso cuando hay conflictos, pero en el presente caso lo que correspondía era simplemente garantizar que se cumpla el calendario escolar y aplicar consecuencias a los profesores que desatienden sus obligaciones docentes.
Estamos ante una situación de orden, disciplina y cumplimiento con deberes laborales que en el caso de los maestros debería ser también una obligación ética y filosófica si realmente llegaron al magisterio por vocación y servicio.
Hay que dejar atrás la dejadez y tolerancia de pagar por jornadas de trabajo dejadas de cumplir sin justificación, mientras los maestros y el sistema educativo no dan respuesta efectiva para revertir la forma en que nos hemos quemado, años tras año, en las pruebas Pisa.
Si Educación no actúa con firmeza y responsabilidad en situaciones similares en el futuro, se estarían sentando las bases del caos y el descalabro en la enseñanza pública, que en ocasiones parece carecer de dolientes.
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