En días recientes, en ocasión de celebrar su tradicional cena social que sirve de marco al informe anual rendido por su presidente, en este período por Henry Suárez, y para recibir el nuevo año, la Asociación de Representantes, Agentes y Productores Farmacéuticos (ARAPF), puso en circulación su Manual de Buenas Prácticas referido a sus miembros como por extensión a los restantes actores que integran esta importante área del sector salud.
Con una data de antigüedad de más de siete décadas, desde que fue fundada en 1948, la ARAPF fue la primera y es la principal institución que agrupa la mayor parte de los suplidores de medicamentos del mercado nacional, tanto de fármacos de investigación y más reciente generación desarrollados y fabricados en los más prestigiosos laboratorios del mundo, como los de elaboración nacional y los genéricos éticos.
El Manual antes señalado define el desarrollo del comercio farmacéutico en el mercado dominicano a partir de cinco principios fundamentales que le sirven de base. Estos son: libertad de empresa, libre competencia, respeto al derecho de patente, profesionalidad y ética en los negocios y cooperación interinstitucional e intersectorial.
Dentro de este contexto resalta promover los valores éticos a regir en la industria farmacéutica orientando a los asociados de los compromisos que deben asumir en tal sentido, velar por el cumplimiento de las regulaciones y normativas exigidas por las autoridades gubernamentales y los organismos internacionales, mantener una buena relación de sostenibilidad con el medio ambiente y velar por la buena reputación de la industria.
Dada la estrecha relación que vincula a la industria farmacéutica con el sector médico, al proveer a los galenos de los fármacos indispensables para el correcto y eficaz tratamiento de las enfermedades de sus pacientes, el manual advierte la necesidad de de mantener dicha relación en un plano de permanente cooperación pero siempre fundamentada en el marco de la más estricta ética, prescindiendo de todo intento por tratar de influenciar en su criterio facultativo para que se inclinen por el uso de determinado producto, en la mayoría de los casos disponible en el mercado bajo distintas marcas comerciales.
Otro aspecto de esencial interés, que ha sido objeto de una sostenida cruzada mantenida por años por la ARAPF para la preservación de la salud del público, es la persecución, sanción y erradicación del comercio ilícito de medicamentos que resultan carentes de todo poder curativo, y por consiguiente de efectos contraproducentes para los pacientes. Este abarca la falsificación, la adulteración, el reetiquetado de medicamentos vencidos, la desviación y el contrabando.
Por espacio ya de muchos años, gracias al celoso trabajo de vigilancia y seguimiento llevado a cabo de manera conjunta por la ARAPF, las autoridades policiales y la Procuraduría especializada para la persecución de este tipo de delito, ha sido posible detectar y someter a la Justicia a elementos y grupos inescrupulosos involucrados en esta multimillonaria actividad criminal que representa un grave riesgo para la salud y la vida de los usuarios.
Este Manual de Buenas Prácticas, fruto de un trabajo meticuloso llevado a cabo por expertos en la materia y contando con asesoría técnica internacional, constituye un aporte oportuno y valioso para el desarrollo del sector farmacéutico dominicano conforme a los más exigentes estándares de ética, responsabilidad, eficiencia, compromiso y servicio. Pero también pudiera servir de norte para llevar a cabo trabajos similares en otros importantes sectores de la actividad comercial y profesional del país que pudieran carecer del mismo.
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