Desde la hondura de un domingo báquico, no se me ocurrió algo más trascendente, vistos los apabullantes hechos de esta rutina nacional que tanto me duele, igual que a Gnosis Rivera (a quien urgentemente debo conocer), que rendirle un sincero y alegre homenaje al dios que más me simpatiza, y con quien más me gustaría compartir algunas copas de lo que sea: Baco, el gordo más sonriente del Olimpo; el único viejo eterno que cuenta chistes colorados; el único que rie a barbadas mandíbulas batientes; el único que siempre mira con gula una buena hembra que pasa. (Con razón es canchanchán mío y de Zeus).
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