¡Qué importante y trascendente es tratar de ser como Iván!
Nacer en la humildad para nunca dejar de ser humilde.
Vivir para amar a los suyos, a su pueblo y a toda la humanidad.
Luchar por la vida, toda la vida, más allá de la muerte.
¡Vivir para nunca morir!
Despedirse con honores y quedarse entre nosotros combatiendo sin cesar.
¡Qué importante es militar en la revolución y en el socialismo!
Él lo hizo en el heroico CATORCE DE JUNIO, en la Línea Roja, en su PTD, en la Unión Patriótica Antimperialista (UPA), en la Nueva Alternativa, en su Patria para Todos y Todas… de acuerdo a sus circunstancias
En la izquierda y con la izquierda, a la izquierda siempre.
Unitario siempre.
En el monte y en el llano,
en diciembre 63 y en abril 65,
en el ingenio y en el cañaveral.
Con fusil y sin fusil.
Durante tanto tiempo, contra tantas adversidades, desafiando tantos peligros…
Tantas veces perseguido, encarcelado, torturado…
¡Qué valioso es abrazar todas las causas libertarias como él!
Indignarse frente a todas las injusticias, rebelarse contra todas las opresiones, en la isla que lo vio nacer y en el planeta que lo vio crecer.
Compartir con la clase obrera dominicana del Central Romana y unirse al proletariado mundial.
Militar en el marxismo y el leninismo emancipador.
Abrazar solidariamente a China, Cuba, Puerto Rico, Haití, Viet Nam, Camboya, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Palestina… a los pueblos del África brutalmente colonizada, a los luchadores y luchadores contra las oprobiosas tiranías de Nuestra América.
Asumir como propia la causa revolucionaria del pueblo haitiano y del Partido de los Trabajadores de ese país vecino y hermano,
¡Cuántas campañas!
¡Cuánto internacionalismo!
¡Cuánta solidaridad!
¡Pero qué importante es ser esposo, padre, abuelo y bisabuelo como él!
Ser tan sencillamente cariñoso, bondadoso y solidario, como él.
Amar siempre sin presumir,
combatir tanto sin caer,
crecer tanto sin doblarse,
aprender tanto sin endiosarse,
multiplicarse tanto sin dejar de ser.
¡Qué trascendente y honroso es renunciar de esa manera a lo “normal”!
Tantas veces,
innumerables veces,
todo el tiempo.
Nada ni nadie pudo vencer su capacidad de amar y combatir.
Qué dulce debe ser morir para vivir eternamente como él, en su tierra querida, en el pecho de su amor.
Cierto que son otros tiempos.
Cierto que hay un cambio de época, nuevos conocimientos, nueva era tecnológica y grandes cambios culturales.
Pero la civilización capitalista occidental, su sistema imperialista decadente, se ha tornado más injusto, brutal y destructivo.
Cierto que las mutaciones culturales obligan a renovar el pensamiento y a innovar en el accionar necesario para transformar estas injustas sociedades, para fundir pensamiento y acción en armas eficaces contra las nuevas y viejas injusticias.
La generación revolucionaria de Iván, que es la nuestra, no debe ser objeto de calco o copia para las nuevas generaciones.
Pero sí referencia de valores éticos y políticos, de memoria histórica imprescindible para entender el presente, y de ejemplos de insumisión frente a la barbarie moderna.
Fuente, en fin, de valiosas experiencias y conocimientos para combatir la oprobiosa dominación de un capitalismo imperialista que no ha dejado de ser tal, ni menos brutal.
Que más bien ha cambiado para peor, desatando nuevas guerras, secuestrando formidables adelantos de la ciencia, la tecnología y el conocimiento humano; instrumentalizando el racismo, la xenofobia, el patriarcado, la sobre-explotación de la juventud y la niñez, la apropiación y depredación de la naturaleza, para reproducir el capital, maximizar ganancias, y para moldear la manera de pensar o imponer la fórmula de no pensar y los engendros neofascistas.
Somos pasado, somos presentes y seguimos aportando desde lo ya realizado y por lo pendiente todavía de realizar y conquistar, como parte inseparable del futuro promisorio a construir por las nuevas generaciones-
Somos indómitos/as rebeldes abrazados/as a causas irrenunciables; comprometidos/as con la lucha, por el pan, la justicia, el bienestar y la alegría de toda la humanidad.
¡Somos inclaudicables!
Narciso Isa Conde