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27 Abril 2024

A los obispos católicos

Este domingo dirijo estas líneas a los Obispos Católicos  a propósito de su carta pastoral sobre la presente campaña electoral. Y lo hago con respeto, incluso con cariño hacia los que he tratado en las luchas por la defensa de  Loma Miranda y la Madre Tierra.

No pierdan su tiempo aconsejando a los principales protagonistas y controladores de estas “elecciones”, si es que a  esta farsa, este circo, esta competencia espuria, se le  puede llamar  así.

Esos personeros y sus entidades tienen ya  medio siglo corrompiéndose y corrompiendo. Engañando, degradando la política, pervirtiendo su propio sistema, el Estado y sus instituciones; imponiendo, desde el sistema de partidos y las entidades que manipulan, una despreciable subcultura política.

No son políticos, son negociantes y, no pocos, negociantes mafiosos.

No son partidos, son compañías por acciones y gavillas.

No se trata concurrir a una campaña, sino a un mercado previamente monopolizado u oligopolizado.

No hay árbitros, sino verdugos.

No hay jueces, sino sentencias pre-establecidas.

No hay donde apelar, que no ratifiquen la condena.

Hace mas de tres años que esta mal llamada campaña comenzó, que se están empleando “malas artes” por doquier, que el debate se parece a la basura, que el clientelismo reina, que el transfuguismo campea, que los dirigentes se venden y las franquicias se compran,  que las modificaciones constitucionales se hacen bajo sobornos y repartos; que el Estado, su personal civil y militar, dependencias y  recursos materiales están al servicio de la reelección presidencial.

Hace seis años que la dictadura fue constitucionalmente diseñada e impuesta con una alta dosis de oro corruptor, precedida de otros diez plagados de diabluras e impunidades.

La trampa ya se hizo.

El fraude mayor también.

Y si se necesita otro complementario, están preparados para hacerlo hasta rezando el rosario, amén de que el relevo opositor exhibe lacras parecidas  y representa más de lo mismo.

En los tres meses que faltan no hay lugar para una nueva ética política dentro de este sistema y ese conglomerado de mercaderes de la política, a los que pronto habrá que expulsar del templo.

No pierdan su tiempo, no esperen mangos banilejos de la guazábara. Mejor amplíen el espacio de la reflexión sobre cómo hacer que el pueblo se apodere de la Encíclica Ecológica del Papa Francisco  y de la imperiosa necesidad de re-fundar  esta República, su Estado e instituciones a través de una Constituyente Popular y Soberana.

La historia se lo agradecerá.

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