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Acróbatas circenses

José Báez Guerrero

La prensa, especialmente líderes del periodismo impreso, rinde un pésimo servicio al país cuando por desidia, estupidez o complicidad sus editores publican ciertas bolas que no resisten el menor escrutinio para considerarse seriamente como noticias.

Un caso flagrante y reciente son los reportajes listando como verdadero el fantástico caso de varios delincuentes que han convencido a personas de apellido Rosario (antes fueron los Guzmán) de que son acreedores de una misteriosa fortuna multimillonaria en euros, tan irreal como la proverbial botija de oro escondida donde nace el arcoíris. Leer las crónicas que originaron este capítulo de la recurrente fijación de ilusos que creen en una herencia desconocida, avergüenza a cualquiera que conozca las reglas básicas del buen periodismo y la decencia humana.

Bastan dos onzas de inteligencia para ver que cierta prensa ha sido cómplice para inflar las esperanzas de incautos a quienes abogados inescrupulosos esquilman inmisericordemente. “Eso lo dijo fulano”, como excusa de editores, es otro timo, porque si alguien dijera que la madre del director es acróbata circense, ¿lo publicarían?

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