Afán de castigar

Lilliam Fondeur

La cadena de despropósitos legislativos hoy tiene un nuevo eslabón. Los diputados aprobaron un proyecto que aumentaría las penas a los menores en conflicto con la ley.

Se les olvida, sin embargo, que los niños y niñas en conflicto con la justicia son el producto de esta sociedad, de este sistema: son los expulsados del paraíso de la nación que algunos creen que tenemos.

Ahora me pregunto de cuánto va a ser la condena para la sociedad que enseña a los niños y adolescentes a delinquir para luego condenarlos a diez o quince años de prisión.

¿De cuánto será la condena para la sociedad que produce delincuentes y antes de ser adultos les quita la libertad encarcelándolos?

¿De cuánto va a ser la condena para una sociedad que genera este tipo de comportamiento, inseguridad y les niega la posibilidad de jugar en las calles?

La sociedad no es un cuerpo etéreo, tiene maestros y profesores. Este sistema que hoy pretende condenar a los niños, niñas y jóvenes, se ha encargado de educarlos con sus malos ejemplos.

La sociedad los lleva a delinquir, con la desprotección, la miseria, la inseguridad, la indigencia y los lleva a eso con la falta de empleo, en esencia les ha enseñado a perder la dignidad.

¿A qué debemos tanta celeridad de los diputados? ¿A qué responden estos aspavientos de justicieros? ¿Es esa misma la cámara que ha sido albergue de violadores, sustractores y pedófilos? ¿Son los niños en conflicto con la ley los culpables del declive nacional?

Que no nos arropen con su ruido y su mal dirigido afán de castigar.

Estamos en la nación del castigo selectivo. Necesitan chivos expiatorios para poder explicarles a los gobernados cómo llegamos a este país del miedo.

Si los legisladores necesitan castigar a alguien no deberían ir muy lejos, si en su propio grupo tienen mucho de dónde escoger.

Quieren que en la mente de la gente quede que detrás de cada atraco o robo hay un niño o una niña. Le ponen rostro a la delincuencia, pero ustedes y yo sabemos dónde empezó este drama social.

Esto empezó el día en que uno se robó lo que pertenecía a todos, y creó así una desigualdad. Ese gesto primero de latrocinio aún se sigue repitiendo y la desigualdad sigue aumentando.

¿A quién se le ocurre que encarcelando a menores de edad van a reeducarlos?

Ellos pueden condenar a los menores, pero la historia se encargará de condenarlos a ellos.

Por Liliam Fondear

@lilliamfondeur