Santiago de Chile. – El ministro de Vivienda chileno, Carlos Montes, reveló este domingo que, tres meses después de los mortíferos incendios en la Región de Valparaíso, el Gobierno ha entregado 1.682 viviendas de emergencia, de las cuales 1.280 no fueron aceptadas, «por distintas razones», por las familias que perdieron sus hogares en los fuegos.
«Si uno lo mira desde el punto de vista de las familias, que están sufriendo, no son cifras positivas, pero una cosa es compararse con el dolor de la familia y otra es respecto a las dificultades que tiene esto (el proceso de reconstrucción)», apuntó Montes en una entrevista a una televisión local.
El ministro estimó en dos o tres años el tiempo de espera para la entrega de una vivienda definitiva, «dependiendo de las características» de las casas, precisó.
Los afectados por los devastadores incendios de febrero, que dejaron 135 personas fallecidas y cientos de casas destruidas, han criticado al Gobierno chileno en varias ocasiones por su lentitud en el proceso de reconstrucción.
En marzo, el presidente Gabriel Boric cesó al director nacional del Servicio Nacional de Prevención de Riesgos y Desastres (Senapred) para «dar un nuevo impulso» a la reconstrucción, que sigue desarrollándose más lentamente de lo que esperaban los damnificados por los fuegos.
«En muchos casos hay que buscar zonas nuevas porque donde vivían (las familias afectadas) son zonas de riesgo, y nos encontramos con terrenos donde no hay nada, hay que instalar todas la redes, hacerlo todo de nuevo y siempre aparecen imprevistos», explicó Montes.
Chile vivió a principios de febrero la ola de incendios considerada la peor tragedia desde el terremoto de 2010.
Los fuegos, que según apuntan las investigaciones fueron provocados, empezaron el 2 de febrero en la mañana en cuatro focos simultáneos del Parque Natural del Lago Peñuelas, en la Región de Valparaíso, y se propagaron rápidamente debido a las fuertes rachas de viento y a las temperaturas extremas de esos días en los cerros que rodean Viña del Mar.
La alta densidad poblacional en terrenos de difícil acceso, sumada a la prolongada sequía en Chile dificultaron las tareas de extinción.