Ese al tiempo trascurrido, el inicio del juicio estuvo marcado por la emotividad del recuerdo, patente cuando la presidenta leyó los nombres de los 216 pasajeros y doce miembros de la tripulación, de 33 nacionalidades, con una mayoría de franceses (72), brasileños (58) y alemanes (26), que perdieron la vida.
Pese al tiempo trascurrido, el inicio del juicio estuvo marcado por la emotividad del recuerdo, patente cuando la presidenta leyó los nombres de los 216 pasajeros y doce miembros de la tripulación, de 33 nacionalidades, con mayoría de franceses (72), brasileños (58) y alemanes (26), que perdieron la vida.
Pero en las caras de sus familiares se leía también la rabia, cuando los principales responsables de Air France, Anne Rigail, y Airbus, Guillaume Faury, tomaron la palabra por primera y única vez durante el proceso —que durará hasta finales de noviembre— para expresar sus condolencias pero rechazar toda responsabilidad penal.
"Un discurso dictado, sin ninguna humanidad", aseguró el abogado de la principal asociación de víctimas, Alain Jakubowicz, que reflejaba así la decepción que invade a los familiares de las víctimas.
Los directores generales de los dos gigantes empresariales se escudaron en los mismos argumentos que en 2022 les permitieron salir absueltos en primera instancia, ante la falta de vínculo directo entre las negligencias que pudieron cometer y el accidente.
Una conclusión que no convence a los afectados, como señaló a EFE el vicepresidente de la principal asociación, Philippe Linguet, que se niega a pensar que tras el drama en el que perdió a un hermano no hay ningún responsable.
Los numerosos informes periciales reconocen un fallo en las sondas de velocidad del A330 y que los pilotos no supieron aplicar los protocolos para este tipo de eventualidades, que en los dos años anteriores habían sido muy habituales.
Linguet cree que la justicia "tiene que ser valiente" e ir más allá en lo que él describe como "un combate de David contra Goliat", y apunta que nunca antes las tres sondas de un mismo aparato habían fallado a la vez.
"Airbus no hizo caso a la sucesión de problemas que venían produciéndose en esas sondas. Y Air France no había formado adecuadamente a sus pilotos para afrontarlas", agrega, convencido de que sí tienen responsabilidades: "Tienen que ser considerados culpables".
Ni Faury ni Rigail compartieron ese análisis y rechazaron toda responsabilidad penal en un caso en el que están acusados de homicidio involuntario.
"Air France mantiene que no cometió ningún delito penal", señaló Rigail, mientras Faury, otro puntal del empresariado francés, agregó que la seguridad aérea es "una obsesión" de su empresa, y que de accidentes como el que sucedió el 1 de junio de 2009 en aguas del Atlántico hay que sacar lecciones para mejorar.
"¿El accidente fue por mala suerte?", se preguntó, irónico, el abogado Jakubowicz, que ante el tribunal se encaró con ambos directivos y les reprochó que "dieciséis años después del accidente, dos puntales de la industria francesa sean incapaces de saber qué pasó aquella noche".
La presidenta del tribunal relató con parsimonia cómo el avión despegó sin problemas de Río y, cuatro horas después, se estrelló en aguas del Atlántico, sin dejar ningún superviviente, por una sucesión de malas decisiones de los pilotos inducidas por la lectura errónea de las sondas congeladas.
"Los pilotos lucharon hasta el final, hicieron todo lo que pudieron", declaró la presidenta de la corte, saltándose el guión del informe previo, pero sin dar esperanzas a las víctimas de por dónde irá su veredicto: "Aquí estamos para conocer la verdad, no para buscar responsables. A lo largo del juicio ya se verá si alguien cometió errores".
Será una nueva oportunidad para reabrir el caso del mayor accidente de la aviación francesa, que sigue muy vivo entre los familiares, quienes quieren pelear hasta el final para conocer lo que sucedió.