La columna de Miguel Guerrero
La justicia peruana está investigando donaciones ilegales realizadas por el senador dominicano Félix Bautista a la campaña presidencial del expresidente Alejandro Toledo en el 2011 y los datos aportados por los investigadores y la prensa de Lima han escandalizado a la nación sudamericana.
De acuerdo con las confesiones de los asesores de campaña del político peruano, la suma entregada por el señor Bautista alcanzó los 452 mil dólares, más de quince millones de pesos al cambio de entonces.
Independientemente de lo que dichos aportes signifiquen y con toda seguridad alguien del entorno del exmandatario peruano o él mismo pagarán con cárcel tan tenebrosa relación, los dominicanos tenemos razones suficientes para sufrir una nueva experiencia decepcionante por la creciente degradación de la actividad política y la justicia de nuestro país.
El hecho de que no se haya originado una investigación similar, que el Ministerio Público guarde silencio ante tan escandalosas informaciones y que el Congreso proteja con cerrado hermetismo las pecaminosas aventuras extraterritoriales de uno de sus “honorables” miembros, es para morirse de frustración o salir a las calles en reclamo de un cambio radical que ponga fin a este basurero en que se ha convertido la política dominicana.
¿De dónde y cómo Diablos, este señor dispuso de una suma tan extravagante para regalarla si todo el salario ganado en sus años de funcionario público, en la oficina presidencial que dirigía, y en el Senado probablemente no se acerque a esa cantidad? ¿Cómo es posible que este señor se dé el lujo de financiar a través de una fundación, cuya fuente de recursos nadie sabe, decenas de actividades sociales sin que ninguna institución responsable de velar por el buen uso de los fondos públicos se moleste en investigar o siquiera formular preguntas?
Quién dona a un político extranjero en campaña casi medio millón de dólares y otros dos millones a un candidato haitiano es porque posee más de cien veces esa cantidad. Y yo pregunto, con excusas anticipadas por la expresión: ¿Cómo Coño la consiguió?
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